Entrevista a Óscar Martínez por “Feeling Hot”

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Óscar Martínez lanza su nuevo single, Feeling Hot, en la misma línea de sus anteriores Feeling Free y Feeling Crazy. A muchos os habrá acompañado su voz en la radio, pero sus facetas son incontables. Con motivo de la promoción de esta nueva canción nos reunimos para hablar del tema, de su proceso creativo y también para conocer mejor su historia. No os perdáis todo lo que me contó.

–¿Cómo nació en su día esta canción?

Fue curioso. Normalmente las canciones no tienen una historia muy romántica. Aunque parezca muy freak, en la gira del año pasado, en la furgoneta, me vino la melodía; empecé a grabarme con el móvil y, ya de perdidos al río, dije: Feeling Free, Feeling Crazy… pues ahora Feeling Hot. Luego ya empezamos con la letra y los sonidos, pero todo arrancó de una melodía. Yo buscaba una canción y quería que saliese de mí, y así nació.

–Ya tienes toda una trilogía.

Ya he dicho que se acaba. De hecho, la gente se pierde, y esta viene de las anteriores: de sentirte libre, loco y ahora ya hot.

–Son diferentes etapas o estados…

Va de eso y también ha sido un poco la evolución: primero una canción más dulce, luego más loca y ya para desatarse.

–Es muy representativo para que, al escucharlo, pensemos en ti.

Cuando me he ido de viaje veía un feeling y hacía fotos. Ya es obsesión… El verano pasado estuve en Nueva York y vi una cafetería que se llamaba Feeling Hot porque hacían café caliente; tengo la foto en mi móvil.

–Además, las redes están dando una respuesta muy buena.

Yo estaba contento y orgulloso de la canción y del sonido, pero al ver la respuesta y lo que está “molando”… Tiene visitas en YouTube, en Spotify funciona, el primer día de ventas fue espectacular y recuerdo un momento increíble en que estaba entre Avicii y Guetta. Estoy muy contento. De hecho, se la he enseñado a todo el mundo y ha habido familiares y amigos más mayores a los que también les gusta; estoy muy agradecido. También, a través de las redes, llegan mensajes; o cuando vas en el metro y ves en una pantalla que están reproduciendo la canción… es increíble. O ver a gente que la tiene en repeat: es para comprarles una casa (risas).

Un chico que se dedica al mundo de la noche me dijo que es una canción que puedes escuchar en el coche o donde sea, pero que al pincharla la gente también se vuelve loca y puedes “jugar” con ellos. Eso buscaba: que sea un tema que la gente lleve en el móvil pero que, al pincharlo en una discoteca o evento, tenga fuerza. La llevo pinchando todo el verano y la respuesta es muy buena.

–Has tenido la respuesta antes, entonces, y eso lo cambia todo.

Fue una experiencia rara, porque pude pincharla en directo antes de que saliese la canción. Entonces ya veías las reacciones, el momento en que no pega nada con lo otro…

–¿Con los anteriores singles fue también de esta manera?

No. Primero las saqué y luego vi cómo reaccionaban. Sin querer, ha sido una estrategia muy positiva para mí: ver cómo funciona pinchándola y luego ya lanzarla y ver las redes… Nunca sabes si es “lo correcto” o no, pero así ha sido genial.

–Si lo hubieses programado, nunca se sabe… También: ¿qué tal llevas las redes sociales en tu vida y tu carrera?

Sí, porque es una mezcla de todo; es muy importante. Lo llevo bien porque siempre me han gustado y estoy desde MySpace. Me encanta hablar con la gente, ver su timeline, contestar… Si sale Snapchat, me vuelvo loco y lo hago; o Vine… Me encantan. Es verdad que hay que dedicarles un rato, pero si lo haces a gusto no hay problema. Además, ves mucho la respuesta cuando sacas una canción o haces algo distinto: ahí está la gente para contestar; haces concursos, pides opiniones… Es muy divertido y útil.

–¿Te ha ocurrido algo más extraño que no te esperases?

El otro día me mandaron un snap: “Anda, que coger el monopatín para ir al cajero…”. Y me entró miedo, pero se ve que es una chica que trabaja cerca de donde vivo y muchos días coincide conmigo; me ve salir de casa, y ese día hice diez metros para ir al cajero. Le dije que la próxima vez me saludase, que es más cómodo. O también fotos “a escondidas”, o que me digan que me han visto en Gran Vía (como trabajo ahí es normal). La gente que tiene una exposición brutal… lo que debe vivir. Pero el 99% de las veces son muy agradecidos.

–También preguntarte por cómo viviste la grabación del videoclip.

Ha sido chulísimo. Es el tercero: el primero fue un poco casero, de retales de sesiones que tenía; el segundo fue distinto, con una marca detrás y todo muy “bestia”: eres más un mandado y estás más perdido, pero quedó muy bonito. Y ya en este tercero lo hice con gente de confianza. Quería una cosa y salió tal cual lo imaginé: un videoclip muy sencillo, pero chulo. No tardamos mucho —unas diez horas—, pero con “un millón” de tomas. Fue muy divertido y la gente lo ha entendido tal cual. También se me ve muy bien, para que la gente tenga la referencia, y es muy yo; estoy muy contento. Pero te diré que, aunque soy una persona sin vergüenza para nada, aquí sí la pasé: tenía a cinco o seis personas detrás, todo el mundo en silencio, la cámara a dos palmos, el fondo muy blanco, a una hora temprana y con la canción muy bajita… y tener que empezar a interpretar. Las cuatro o cinco primeras tomas no hay nada; más bien, desde las doce y media o la una. Las dos últimas eran ya a las seis de la tarde, que te vuelves loco. Es un momento muy frío y cuesta entrar en calor. Luego, cuando lo vi, se me saltaban las lágrimas, pero ese día la vergüenza es terrible.

–¿Y qué ha significado cada single para ti, con un sentimiento o una palabra?

El primero fue “probar”: ser más inexperto, el pistoletazo de salida para que la gente supiese que soy DJ, hago canciones y estoy en la radio. El otro día vi en Spotify que la canción tiene muchas visitas, así que genial. El segundo fue la evolución: conseguir un sonido muy mío —la canción tiene un cambio gordo—, hacer un vídeo mejor… Y este tercero ya ha sido ver que hago canciones, soy DJ, locutor, hago vídeos… y que esté a la altura; que todo sea perfecto y no haya nada que no guste; que salga como quieres. Porque a veces trabajas con gente que te edita, que te hace todo, con discográficas… pero yo quise que fuese todo como soy yo y como quería. Ha sido la evolución. Igual que empecé a trabajar en la radio y, poco a poco, escalando… La gente me hubiera dicho “¿de qué vas si no avanzas?”, pero todo va cogiendo mejor cara.

–Es bueno que seas selectivo y que no te cueste tomar decisiones.

Sobre todo en el estilo, en el rollo y en decisiones importantes sobre el vídeo. Si todo sale mal o a la gente no le gusta, a veces te la juegas: Feeling Hot tiene una bajada que desconcierta, y aunque ha gustado, te la juegas, porque no eres Avicii o Miley Cyrus como para “innovar” y de repente llegar y que digan: “es rara”. El otro día me paró un chico en un centro comercial y me dijo que le encantaba la bajada, y se fue. Venía con mi chica de patinar y fue súper surrealista.

–¿Y qué valoras más a la hora de escoger un tema?

Creo que es muy importante que tenga una melodía muy pegadiza; que “tenga algo”. Ese “algo” que hay en las canciones: que te transmite, o te hace bailar porque es inevitable… No me considero un music hunter, pero no me he equivocado mucho. Al escuchar una canción ves si tiene algo, y la melodía es la clave; es muy importante. Yo siempre empiezo por la melodía y ya luego viene el resto. Es muy complicado, pero hay que intentar encontrarlo y que a la gente le guste.

–Háblame de tus sesiones. ¿Alguna que haya marcado un antes y un después o que no vayas a olvidar?

Hay una que no fue un “antes o después”, pero… En los tres últimos años mi vida ha cambiado totalmente. Antes pensaba: “a ver si hago este mes algún bolo”; ahora pienso: “¿qué fin de semana tendré libre?”. Ha sido complicado gestionarlo personalmente, pero una alegría profesional increíble. Lo que me ha pasado en los tres últimos años es una locura. He pinchado en el Orgullo de Madrid delante de un millón de personas, en Zaragoza delante de noventa mil, en los Carnavales de Tenerife delante de treinta mil… y se agradece un montón. También todas las giras de verano, que han sido increíbles… Estos tres últimos años han sido de locos y mi forma de pinchar y de estar delante de la gente ha cambiado mucho.

Hacía mucho que no pinchaba para menores de dieciocho, en una fiesta light. Pinché tres horas —y no suelo pinchar tanto— y me lo pasé como un enano; ya estoy pensando en hacer nuevas cosas. Quiero pinchar para la gente que no te puede ver más que en verano, y también mola ir a una ciudad y que vengan todos los chavales que te quieren ver. La gente joven es una locura porque se lo saben y lo bailan todo. Es una pasada y me gusta un montón.

–¿Qué sitios tienes pendientes que te gustaría visitar?

Me quedan pendientes muchos sitios. Ya están todas las comunidades —me ha costado—, pero me gustaría ir a todos los rinconcitos de España y repetir en los que haga falta. Volver a Canarias, que voy muchísimo; ir al Norte, que no voy tanto como querría… Cogeré todos los aviones y coches que haga falta.

–¿Con quién colaborarías si pudieses?

Te digo varios. Como artista español —aunque no cantase, porque su música no pega— me encantaría que el piano de alguna de mis canciones fuese de Pablo López: canta como los ángeles y el piano es clave; le pongo el piso donde haga falta (risas). Me desmayaría al instante si John Newman me cantase una canción —me quitaba tres dedos de la mano para que cantase—. Y, como DJ, si pudiese tener una remezcla de Avicii o Guetta… Por soñar, no queda nada.

Hay artistas que te llegan mucho; no porque canten especialmente bien, sino porque tienen “algo”. Siempre digo en la radio que es el rollo que tienen: su rollo te llega.

–¿Y cuál ha sido la banda sonora que ha acompañado tu vida?

La banda sonora de mi vida siempre es —y será— la de Los 40 Principales. Me acuerdo de subir en el Golf antiquísimo de mi madre —no iba ni para adelante ni para atrás, le cambiamos la rueda setenta veces y tuvo mil reparaciones— y, fuésemos donde fuésemos, siempre estaba puesta; la primera que empezó a ponerla fue ella. La banda sonora de cine que me ha acompañado en momentos muy bonitos y me parece una genialidad absoluta es Amélie —todas sus canciones—. Y la música que escucho ahora es de todo tipo: desde electrónica súper dura —en casa me piden que baje el volumen— hasta música española del estilo de Pablo López, o algo más tranquilo como Adele. Incluso una época de la carrera la estudié con música clásica; y en Valencia es típico lo de las orquestas de banda: una maravilla. Me gusta todo. Del reguetón dicen… y hay seis o diez canciones que me vuelven loco. También el rock… No son “estilos o canciones”: hay grupos o canciones que te flipan y otros que no tanto. Cuando conozco a alguien muy distinto de estilo le pido que me ponga música; o a un taxista que lleva música más “extraña” y le pido que la suba…

–¿Y tu día perfecto cómo tendría que ser?

A lo mejor serían más de veinticuatro horas, pero sería levantarme pronto, desayunar con mi mujer —y que los gatos molesten—, irme a trabajar, viajar para ir a algún bolo y que saliese muy bien, volver nada más acabar y llegar a casa, volver a desayunar con mi mujer en fin de semana y luego irme a comer con mis compañeros —que también son amigos—. Que venga a tomar café alguien de mi familia o de mis amigos de Valencia, y luego me iría a dormir —evidentemente, llevaría muchas horas sin dormir—. Sería perfecto porque estaría con la gente que quiero, habría pinchado, habría puesto mi canción y habría estado con mis amigos y compañeros, que son muy importantes y te aguantan muchas horas. Suelo estar siempre contento, pero si tengo ratos raros o me aguanta mi mujer o ellos. Estás tantas horas con ellos que es muy especial.

–¿Qué sitio me recomiendas que sea especial para ti de Madrid y de Valencia?

En Madrid, muy bonito y cerca del centro, El Café de la Luz: es cómodo, especial y se puede hablar. De Valencia, cuando te has hecho como persona en un sitio has vivido tanto… Aunque parezca típico, la playa de la Malvarrosa: he ido muchas veces, he acabado muchas juergas y también significa mucho.

–Si tu vida fuese una película y una canción, ¿cuáles serían?

Sería una mezcla entre Blade Runner —algo freak— y Amélie: muy raro, pero muy bonito y con sentido para quien lo vive. Una canción tendría que ser del estilo dance, que acompañase a todo y súper movida. Para marcar mi vida como ha sido, sería When Love Takes Over: ha cambiado la música y ha puesto delante a los DJ. La he pinchado en Máxima, luego en Los 40, y ha seguido mi vida; además, ha sido un antes y un después para la música. No lo sería por lo que dice, sino por lo que ha significado.

Esther Soledad Esteban Castillo, Madrid

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