ENTREVISTA A PUPILA
Pupila presentan Pequeña victoria, un disco que condensa su identidad y la empuja un paso más allá. Charlamos con Ana, Darío y Sergio sobre comienzos, método, directo y deseos.
—¿Qué recordáis del arranque de Pupila? ¿Qué os unió con más fuerza?
Nada más empezar a tocar los cuatro y componer las primeras canciones sentimos que había algo especial saliendo de ahí. Esa mirada cómplice de “¡mola!” es impagable. Lo que terminó de unirnos fue tener que luchar juntos y apoyarnos en el viaje: aprender a confiar y defender nuestras canciones como uno solo.
—¿Qué recuerdos guardáis de la grabación de Pequeña victoria? ¿Cuánto duró y cómo fue el proceso de composición?
Todo fue sorprendentemente fluido. Manuel Cabezalí tenía muy claro el sonido del disco y nosotros qué había que tocar. Grabamos en 8 días en El Lado Izquierdo, con Dany Richter a los mandos y Manuel en la producción. Las canciones se compusieron en dos tandas: justo al terminar la grabación de La guerra relámpago y, el resto, al acabar la gira y la promo de ese disco.
—¿El mayor placer y el mayor desafío de este álbum?
El mayor placer, sin duda, fue estar rodeados de tanto talento. Desafíos hubo muchos; quizá el principal fue trasladar al disco la energía que tenían las canciones y lograr transmitirla mientras grabábamos.
—¿Fue complicado escoger las diez canciones del álbum?
Se quedaron tres descartes, poco más. Eran temas largos, así que habrá unos 15 minutos de música sin grabar. Las diez elegidas funcionaban muy bien juntas y no dudamos en dejarlo así.
—¿Cómo se decidió el diseño del trabajo?
Con Luis (@fromthetree) trabajamos igual siempre: le damos el máster con canciones y título, y le dejamos que forje su universo en función de lo que le sugieren la música y las letras. Luego nos reúne, nos comparte su visión y nos enseña bocetos. Forma parte del proceso creativo y acierta con la fuerza y la intensidad que necesitamos.
—¿Un concierto inolvidable y un lugar pendiente?
El último en Moby Dick (febrero) ha sido nuestro mejor bolo hasta la fecha. ¿Pendientes? Todos los que podamos. No queremos dejarnos ninguno.
—¿Un lugar especial para cada uno?
Ana: Mi taller de costura.
Darío: El salón de mi casa.
Sergio: Una finca familiar en medio del campo. Es mi forma de reencontrarme con el mundo y cargar pilas.
—¿Qué “pequeñas victorias” os quedan por lograr?
Hacer dos discos, trabajar con gente increíble, tocar en salas y recorrer el camino ya es un regalazo… pero tenemos hambre de más: más conciertos, festivales, más todo. También queremos crecer a nivel personal y colaborar en causas sociales a través de nuestra música.
—¿Cómo ha evolucionado Pupila desde La guerra relámpago?
Hemos crecido como personas y como músicos; compartido desilusiones y alegrías. Además, hemos definido el sonido de Pupila. En el disco anterior aún se percibía que nos estábamos encontrando —somos cuatro caracteres distintos—. En Pequeña victoria ya no ocurre.
—La canción más personal y la más enérgica del disco.
Ana: Aristas (personal) y En el camino (enérgica).
Darío: 1155 (personal) y En el camino (enérgica).
Sergio: Todas llevan pedacitos míos, pero si tengo que mojarme: Archipiélagos secretos (personal) y En el camino (enérgica). Ahí coincidimos.
—¿Cómo describiríais vuestro estilo y ese universo tan evocador que creáis?
Mezclamos stoner, post-rock y shoegaze, con pianos y voz femenina. No hay una parte que pese más: está todo integrado. Buscamos sacar lo más profundo, con lo bueno y lo duro que implica exponer sentimientos en crudo. Para nosotros es una catarsis.
—¿Qué le pedís al 2015?
Tocar en más sitios y mantenernos muy activos. Con eso ya tendríamos un 2015 de cielo azul.
—¿Alguna confesión para vuestro público?
Un sueño oculto: nos encantaría telonear una hipotética gira de reunión de Mecano (risas).
—¿Cómo fue colaborar con Víctor Cabezuelo en “Aristas”? ¿Alguna colaboración pendiente?
Víctor tiene una sensibilidad especial y un talento enorme. Llegó al estudio sin conocer la canción: se la enseñamos un par de veces, se puso a cantarla y casi nos echamos a llorar; se nos puso la piel de punta.
Pendiente se nos quedó una idea: que Julio de la Rosa recitara un texto en 1155, instrumental, como extra del disco. Al final no llegamos a planteárselo. A ver si cae en la próxima…
—¿Algo más que añadir?
Gracias por contar con nosotros. Nos ha encantado. ¡Nos vemos muy pronto!
Esther Soledad Esteban Castillo

