ENTREVISTA CON NACHO Y VÍCTOR DE ORLEAN
Nos reunimos con Víctor y Nacho, de Orlean, una banda de la escena madrileña que lleva años peleando por su espacio. A juzgar por su trayectoria —premios, giras y directos difíciles de olvidar—, el camino lo están recorriendo con paso firme.
Llevan seis años como Orlean, aunque Víctor y Nacho se conocen “de toda la vida”. Después se incorporó Mate (guitarra) y, con la llegada de Javi, el proyecto tomó forma definitiva. “Donde hay confianza da asco”, bromean. “Tras tantas horas de furgoneta y ensayo, o te unes… o te matas”. Nacho ríe: “Yo ya llego a su casa y abro la nevera”.
Sobre referentes, comparten base, pero cada uno tira hacia sus gustos. “El macarrilla típico es Nacho”, apunta Víctor. De Mate dicen que es “una bestia creativa a la que hay que poner límites, porque haría música totalmente experimental”. Les han marcado las estrellas del rock; hoy escuchan más mainstream —John Mayer, por ejemplo— y consumen un abanico amplísimo. “Podría traer una bachata al local y acabaría sonando a Orlean”, remata Nacho. “Todo entra y sale transformado: lo que traigo yo lo destroza Mate, y lo que trae Mate lo destrozo yo”.
Ser cinco les ayuda: “Al votar es clave ser impares”, se ríen, “aunque cambiar de opinión es difícil”. En lo artístico sienten evolución. “Hemos madurado”, dice Nacho. “Este trabajo fue más pausado”, añade Víctor. “Estuvimos un año componiendo, horas y horas sobre el mismo tema”. La esencia, prometen, siempre será Orlean. “Nuestro desastre” —primera balada del grupo— no cabría en Respira, pero ha gustado mucho. “No nos vemos solo en lo melódico”, avisan. “La chupa de cuero no nos la quitamos”.
En directo quieren tocar gran parte de Respira y presentar temas nuevos. “Hemos visto tantos conciertos que siempre nos apuntamos ideas. Hay que marcar la diferencia e incentivar a la gente para que salga de casa”. Tenían muchas ganas de volver con “Nuestro desastre”: llevaron un año sin tocar, pero “la música nunca se deja del todo, aunque sea en un bar de mala muerte con tres amigos y sesenta años”, dice Nacho.
De la gran gira que hicieron recuerdan de todo. Compaginarlo con otros trabajos es un reto: cuadrar cinco agendas, encajar material en el monovolumen, asumir imprevistos… y anécdotas como cuando Nacho y Mate se perdieron por el Tibidabo en Barcelona después de salir de fiesta.
Especial fue el directo en Siroco: querían grabarlo y no encontraron lugar mejor. “Las fechas cuadraron, hicimos sold out…”, recuerda Víctor. “Tener al público tan cerca y ver las reacciones fue increíble”. Nacho añade: “Cuando te sales de lo habitual disfrutas mucho, aunque estés pendiente de mil detalles”. Salas pendientes en Madrid: El Sol y Caracol.
Recomendaciones recientes: Víctor se queda con Izal; Nacho, con Philip Sayce Group. Entre nacionales les gustan Love of Lesbian y el último de Vetusta Morla. También guardan con cariño los premios: “Además de la experiencia, siempre hay alguien nuevo que te descubre”.
Reconocen que deberían mimar más las redes sociales. “Nos obligamos”, dice Víctor, “pero siempre hay un imprevisto: sin datos, sin la app…”. En el reparto de tareas, Mate suele llevarlas.
¿Desastres recientes? “Orlean es nuestro pequeño desastre”, sonríen. “Ni te deja ni la puedes dejar”. Para Víctor, “es la suma de los desastres de cada uno: nuestra perdición y nuestra alegría”. Con “Nuestro desastre” querían precisamente eso: que el público reflexionara y viera que nada es blanco o negro, mostrando en el vídeo culpas compartidas en una relación.
Sueños y placeres. Nacho: “Mi objetivo vital es tocar en Las Ventas. Mi placer, tocar y tocar. Ojalá en septiembre y octubre tenga que pedir una excedencia para irme de gira”. Víctor: “Vivir de la música ya es un desafío hoy. Mi placer también es tocar: ver a la gente es lo que me mueve”.
Ojalá esta charla os anime a darles una escucha: es fácil engancharse a su propuesta.
Esther Soledad Esteban Castillo, Madrid

