Daniel Celester: “Nunca me interesó ser famoso, solo vivir de lo que amo”

El actor, humorista y docente Daniel Celester combina con naturalidad la risa, la reflexión y la sencillez. Gallego de nacimiento y madrileño por vocación, ha sabido construir una carrera polifacética en la que el teatro, el stand-up y la docencia se entrelazan con honestidad y compromiso. Con su espectáculo Madrileño como tú, Daniel confirma que el humor también puede ser una forma de pensamiento.
“Soy una persona sencilla, con mis aristas, mis rarezas y mis frikismos —confiesa entre risas—. Me pierden cosas como El Señor de los Anillos o Pokémon, aunque el fútbol no me disgusta, no es lo que más sigo. Supongo que soy una mezcla entre lo más friki y lo más terrenal”.
Esa mezcla de pasiones y contradicciones define tanto su carácter como su trabajo: “Intento trasladar lo que soy a lo que hago, ya sea escribiendo mis propios monólogos o interpretando papeles en teatro o cine. Cuando no soy el creador, estoy al servicio de la historia, pero cuando puedo aportar mi voz, lo hago desde mi mundo y mis convicciones”.
Un camino que empezó con trece años
Su historia con la interpretación comenzó temprano: “Me apunté al taller de teatro del instituto con trece años y fue amor a primera vista. Había hecho deporte, informática, dibujo… pero nada me enganchaba tanto como eso. El ambiente, el compañerismo, el juego… sabía que quería dedicarme a esto”.
De ahí dio el salto a la ESAD de Galicia, donde se formó como actor, y más tarde descubrió su faceta cómica: “El stand-up llegó más tarde, hacia 2019, cuando hice un curso de escritura de monólogos. Nos juntamos tres compañeros del taller, montamos un show y así empezó todo. Al principio lo hacía en gallego y pasar al castellano me costó, pero ahora ya me siento muy cómodo en los dos idiomas”.

Entre el humor, la actuación y el micrófono
Además de su labor sobre el escenario, Celester disfruta del trabajo de voz: “Me encanta el doblaje y la locución. En Galicia hice voice overs para programas, documentales y realities, ese tipo de narración donde escuchas el original por debajo. Algunos intentaron desacreditarme diciendo que no había hecho doblaje real, pero yo sé perfectamente lo que hago. Mis alumnos son quienes mejor pueden hablar de mí, y eso me basta”.
Porque sí: Daniel también es profesor. “La docencia me llegó casi por sorpresa, pero me apasiona. Empecé en talleres y escuelas municipales, y hoy doy clases de voz y doblaje. Me gusta muchísimo, aunque el sector tenga sus sombras. Hay egos, hay críticas absurdas… pero también hay gente maravillosa. Cuando veo que mis alumnos disfrutan, que confían en mí, eso me llena. Es lo más gratificante.”
Una de sus anécdotas favoritas surgió de esas primeras clases: “Le di clase a mi antigua directora de colegio. Imagínate la presión. Encima, casi todos mis alumnos eran mayores que yo. Tenía que ponerme el modo adulto a marchas forzadas”.
Referentes, influencias y descubrimientos
Su abanico de influencias es amplio y ecléctico. “En lo interpretativo, me marcaron Robert De Niro, Steve Buscemi, Philip Seymour Hoffman o Meryl Streep. En España admiro a Manolo Solo y, en Galicia, a Patricia de Lorenzo, una actriz impresionante del grupo Chévere”.
En cuanto a la comedia, sus referentes son muy de aquí: “Crecí viendo los monólogos de Paramount Comedy, con Nacho García, Toni Moog o Carlos Blanco. También me inspiran Touriñán y, por supuesto, Eva H. Es una primera fila absoluta”.
Últimamente se declara adicto al formato podcast: “Escucho La Ruina, Nadie Sabe Nada, Hora Veintipico, Quieto Todo el Mundo o El Podcast, de Laura del Val y compañía. Me río muchísimo y aprendo una barbaridad”.

Teatro, cine y lo que le emociona
Entre las obras que más le han marcado cita Muerte accidental de un anarquista o Eroski Paraíso, además del dramaturgo libanés-canadiense Wajdi Mouawad.
En cine, su pasión es clara: “Mi favorita desde hace años es Oldboy, esa joya coreana. Me encanta el cine asiático: son estetas, intensos, salvajes. También soy fan de El día de la bestia, Airbag, La isla mínima o El reino. Sorogoyen es, para mí, el mejor director español en activo”.
El humorista de provincias en la gran ciudad
Su show Madrileño como tú juega con la identidad y la mirada del forastero: “Empecé haciendo humor en gallego, con referencias locales que tuve que reescribir al llegar a Madrid. Pero quise mantener la esencia. Es la historia del chico de provincias que llega al monstruo y alucina con todo. Madrid tiene un veinte por ciento de madrileños y el resto somos de fuera; ese contraste da muchísimo juego”.
En su comedia hay de todo: humor costumbrista, político, negro e incluso autocrítico. “Me gusta reírme de lo mío, pero también de lo vuestro y de lo de todos. Si hago humor negro, lo marco bien; la barbaridad tiene sentido cuando se contextualiza. No busco la risa fácil, busco que haya algo detrás”.
Sencillez, humor y futuro
“Soy una persona sencilla —repite—. No busco grandes lujos: solo vivir tranquilo, con la gente que quiero, viajar, darme algún capricho. Nunca quise ser famoso, pero sí que se reconozca mi trabajo. Me gustaría seguir grabando, hacer más comedia y doblaje, aunque la inteligencia artificial nos esté pisando los talones.”
Su día perfecto suena a rutina feliz: “Levantarme sin alarma, pasar el día con mi pareja y los perros, leer, ver una peli, jugar un rato a la consola y acabar con unas cañas entre amigos. Si todos los días fueran así, sería feliz”.
Pequeños tesoros
Sus recomendaciones llegan con humor y coherencia:
Libro: Rebelión en la granja, de George Orwell.
Película: Oldboy, “obviamente”.
Serie: Man Seeking Woman.
Canción: Cultura Crítica, de Nao Galiza y Tanxugueiras.
Lugar favorito: “En Madrid, el Parque del Capricho. En Coruña, la Torre de Hércules. En Vigo… la autopista cuando voy rumbo a Coruña”, bromea.
“Mi fórmula de la felicidad es repetir lo anterior non stop… todos los días iguales porque ganaste el sueldo en Nescafé”, ríe Daniel, fiel a su humor y su autenticidad.
Esther Soledad Esteban Castillo.
