Carol Tavris y Elliot Aronson publican “Se han cometido errores, pero yo no fui”

EN LIBRERÍAS:  22-9-25

Todos compartimos la tendencia a justificarnos y evitar asumir la responsabilidadde acciones dañinas, inmorales o simplemente estúpidas. Cuando nos enfrentamos a la certeza de estar equivocados, solemos reaccionar defendiendo con más fuerza aquello que hemos hecho o dicho. Ni siquiera la evidencia suele bastar para atravesar la armadura mental de la autojustificación. Este mecanismo funciona como arenas movedizas: cuanto más defendemos nuestras decisiones, más nos hundimos en ellas.

Los psicólogos sociales Carol Tavris y Elliot Aronson, en el ensayo Se han cometido errores (pero yo no fui) —edición revisada en 2020—, analizan cómo el cerebro humano está preparado para la autojustificación. Los autores profundizan en este mecanismo para mostrar cómo podemos vivir con la disonancia, aprender de ella y, quizás, perdonarnos y asumirnos.

Los políticos ofrecen los ejemplos más visibles de esta conducta. Bill Clinton, durante el escándalo Lewinsky, recurrió a la célebre frase «se cometieron errores», tan repetida que los analistas la bautizaron como «pasado exonerativo». Y en un terreno más grave,George W. Bush persistió en justificar la guerra de Irak pese a que habían sido desmentidas las armas de destrucción masiva. Incluso cuando los costes humanos y financieros crecían, Bush insistía: «Nunca he estado más convencido de que las decisiones que tomé fueron las correctas».

La autojustificación, recuerdan Tavris y Aronson, no es lo mismo que mentir conscientemente; es un mecanismo psicológico profundo que nos protege de la disonancia cognitiva: el dolor de reconocer que nos hemos equivocado.

En esta edición, los autores incorporan ejemplos recientes y reveladores: desde la aplicación de la teoría de la disonancia a movimientos sociales como Black Lives Matter, hasta un capítulo sobre cómo este mecanismo está moldeando la polarización política y transformando valores democráticos.

Respaldado por décadas de investigaciónSe han cometido errores (pero yo no fui) ofrece una explicación clara de la autojustificación: cómo funciona y el daño que puede causar, pero también cómo podemos superarla.

«La autojustificación tiene costes y beneficios. En sí misma no es necesariamente mala. Nos permite dormir por la noche. Sin ella prolongaríamos las horribles punzadas de la vergüenza. Nos torturaríamos lamentándonos de los caminos que no tomamos o de lo mal que hicimos al tomar otros. Nos angustiaríamos tras cada decisión: ¿hicimos lo correcto, nos casamos con la persona adecuada, compramos la casa adecuada, elegimos el mejor coche, nos decidimos por la carrera adecuada? Sin embargo, la autojustificación sin sentido, como las arenas movedizas, puede hundirnos más en el desastre. Bloquea nuestra capacidad de ver nuestros errores, por no hablar de corregirlos. Distorsiona la realidad, impidiéndonos obtener toda la información que necesitamos y evaluar los problemas con claridad. Prolonga y agrava las desavenencias entre amantes, amigos y naciones. Nos impide abandonar hábitos poco saludables. Permite a los culpables no asumir la responsabilidad de sus actos e impide que muchos profesionales cambien actitudes y procedimientos anticuados que pueden perjudicar a la ciudadanía».

Esther Soledad Esteban Castillo

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