Crítica de “Natacha”

FECHA

11 febrero

30 marzo 2025

PRECIO

18€

HORA

19:30h

DURACIÓN

110 minutos aprox.

LUGAR

Sala pequeña – Margarita Xirgu

SOBRE EL ESPECTÁCULO

Podemos afirmar que Luisa Carnés se ha vuelto a convertir en una de las escritoras más interesantes del S.XX español. No es que dejara de serlo, pero ha sido necesario tener acceso a las reediciones de sus obras y leer con objetividad algunas de sus novelas para que nos demos cuenta de su calidad literaria y de una emocionante perspectiva social que, casi un siglo después, nos sigue fascinando.

Tras el éxito de Tea Rooms, Laila Ripoll vuelve a la obra de Luisa Carnés, esta vez a partir de Natacha, su primera novela -editada en 1930-, para sumergirnos en el complejo ambiente de las mujeres obreras de un taller textil. Con un argumento extraordinario, Natacha cuenta los intentos de la protagonista de sobrevivir en un contexto deshumanizado y cruel en el que cualquier perspectiva de futuro es una utopía.

Nota de la directora

Luisa Carnés comienza a escribir Natacha, su primera novela, con veintitrés años. La publica en 1930 y con ella se convierte, a ojos de la crítica, en “la mejor novelista joven, el nombre femenino de más vigor y mayor contenido” (1)

Luisa Carnés conocía muy bien de lo que hablaba en esta novela, ya que ella misma había sido niña obrera, adolescente obrera y mujer obrera. Nacida en una familia humilde y numerosa, a los once años se ve obligada a dejar la escuela y comienza a trabajar en un taller doméstico dedicado a la confección de sombreros, donde permanece durante más de diez años. Durante todo ese tiempo, y robándole horas al sueño, se convierte en una lectora voraz y en una escritora precoz. Como más adelante haría con Tea Rooms, en la que refleja su paso como empleada en un conocido salón de té, y profundamente influenciada por sus lecturas de novelistas rusos, especialmente Tolstoi y Dostoyevski, Carnés convierte en esta novela su propia experiencia en literatura. “Aquellos años de penoso aprendizaje dejaron en mí una huella de amargura que se revela en mi novela Natacha”, declararía más adelante, y añadiría refiriéndose a sus años en el taller: “No comprendía entonces por qué una adolescencia puede ser tan amarga, ni unos pensamientos juveniles, viejos. No pensé que pudiera existir una vida diferente a la nuestra: la tina llena de ropa de gentes extrañas, aquel trozo de cielo y el pequeño tejado.”.

Carnés debió de otorgar una importancia capital a esta primera novela, ya que durante más de quince años adopta el nombre de su protagonista, Natalia Valle, como seudónimo a la hora de firmar sus obras, primero en España y más tarde en su exilio mexicano.

Y es que través de Natalia, la protagonista de Natacha, Carnés nos habla de las condiciones que soportan las mujeres trabajadoras, de las extenuantes jornadas, del miedo a ser despedida, del acoso, de la explotación, de la desigualdad, de la ausencia de horizontes, de la enfermedad, del tedio, del matrimonio, de la prostitución, del sexo, del amor y de la muerte. Natacha, combinando la novela social con el folletín, se introduce en la cabeza de la protagonista y nos plantea el mundo desde su perspectiva, una perspectiva femenina y obrera que aún hoy en día resulta totalmente novedosa y conmovedora.

Después de la experiencia de Tea Rooms, volver a Carnés con el mismo equipo artístico resulta un premio. Retroceder en el tiempo y sumergirse en el universo de esta primera novela, en esta etapa de formación literaria y artística, está siendo emocionante. Agradezco, por tanto, al Teatro Español su afán por recuperar a Luisa y su apuesta y su visión al intuir que esa Natalia hosca y llena de amargura acabará convirtiéndose en la inteligente, humanitaria y, sobre todo, digna Matilde de Tea Rooms y que sus compañeras de taller se transformarán en todas las mujeres que comparten el salón de té, tanto en lo malo como en lo bueno.

(1) Revista Alrededor del mundo. Madrid, 10 de mayo de 1930. Citado por Antonio Plaza en la introducción a la reedición de 2019 por la editorial Renacimiento.

Laila Ripoll

FICHA ARTÍSTICA

Adaptación y dirección: Laila Ripoll

Reparto:

Natacha: Natalia Huarte

Gabriel Vergara: Jon Olivares

Madre/Doña Ada: Pepa Pedroche

Don César: Fernando Soto

Ezequiela/Salud/Pilara: Isabel Ayúcar

Almudena/Elenita: Andrea Real​​

Escenografía: Arturo Martín Burgos

Vestuario: Almudena Rodríguez Huertas

Iluminación: Paco Ariza

Espacio sonoro: Mariano Marín

Videoescena: Emilio Valenzuela

Caracterización: Paula Vegas

Ayudante de dirección: Héctor del Saz

Ayudante de escenografía: Laura Ordás

Ayudante de vestuario: Deborah Macías

Ayudante de iluminación: Carla Belvis

Residente de ayudantía de dirección: Inés Gasset

Asistente artístico: Paul Alcaide

Una producción del Teatro Español

Crítica

Estamos ante una obra muy interesante que Laila Ripoll nos rescata de Luisa Carnés -siendo su primera novela publicada en 1930- pero por la que no pasa el tiempo y con la que el espectador o espectadora se puede sentir muy cercano a ella.

Una obra dura, triste, gris, pero que a la vez tiene sus momentos de luz y de esperanza que hace que sonriamos y que nos da un breve suspiro en un presente sombrío donde el futuro amenaza con ser igual de turbio.

Un reflejo de las mujeres explotadas laboralmente, de la precariedad, de la necesidad, los amores sinceros y los no tan idílicos, el sexo, la tristeza, el desánimo, la pobreza… un reflejo conmovedor, muy íntimo y desgarrador en cierta forma desde la mente de su protagonista a la que acompañaremos en las casi dos horas de función.

El reparto está formado por Natalia Huarte, Jon Olivares, Pepa Pedroche, Isabel Ayúcar, Fernando Soto y Andrea Real con una escenografía realizada por Arturo Martín Burgos. Una reflexión también sobre la familia, el abuso de poder y que gracias al trabajo de los actores tan espléndido consiguen transmitirnos la desdicha de la protagonista y que también nos acerquemos al resto de personajes tan bien dibujados y perfilados.

La sala pequeña del Teatro Español acoge esta obra tan especial ante la cual también vale la pena conocer la historia personal de su escritora, ya que ello nos permitirá conocer mejor su historia y porque la ha escrito y lo podréis ver de una forma diferente. Una reflexión a la vez sobre el destino y como poder trabajar con la idea preconcebida de que no podemos cambiarlo o bien intentar poder crear un nuevo camino.

Si os gustan las historias personales, donde podamos ver nuestros límites, asomarnos a lo más oscuro e intentar encontrar un rayo de sol o simplemente disfrutar una buena obra de teatro… deberíais conocer a Natacha.

Esther Soledad Esteban Castillo

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