Con motivo del paso de La mujer fantasma por Madrid, me he podido reunir con su director Mariano Tenconi para conocer de cerca cómo nació esta obra, todo lo que ha significado para él y cómo vive el teatro y lo que ha supuesto para su vida a lo largo de estos años. No os perdáis esta entrevista para acercaros más a su universo:
1. ¿Cómo nace “La mujer fantasma” y cómo ha sido desarrollar el proyecto hasta el día de hoy?
El proyecto nace por Daniel López Orós, miembro de T de Teatre, productor. Él vio mis obras en Buenos Aires, habló con las cuatro actrices y me expresaron sus ganas de llevar adelante un proyecto juntos. Desde allí, yo tuve mucha libertad a la hora de pensar un universo ficcional, escribir un texto, etc.
Les compartí mis ideas, de trabajar en torno a la vida de cuatro maestras y de hablar de teatro, política, memoria, pero siempre teniendo en cuenta lo formal como eje de la búsqueda. Se entusiasmaron y allí me puse a escribir.
2. ¿Cuál ha sido el mayor desafío y luego el mayor placer de llevarlo a cabo?
El mayor desafío fue, sin dudas, saber que la obra sería traducida. El estreno de La mujer fantasma en Barcelona fue en catalán, así que escribí la obra primero en un castellano que no es el mío, y luego ensayé la obra traducida. Estudié catalán, así que una de las alegrías fue haber descubierto una lengua preciosa.
Pero el mayor placer fue ensayar con Ágata, Carme, Mamen y Marta, cuatro actrices fabulosas, divertidas, entrenadas, entregadas y, además, personas maravillosas. Sin dudas, lo mejor fue el trabajo con ellas.
3. ¿Alguna anécdota o algo especial que quieras rescatar del proyecto, de los ensayos o las funciones que nos puedas comentar?
La mujer fantasma cuenta con cuatro monólogos y luego una escena final donde están las cuatro actrices juntas. Como todo nuevo montaje, las obras tienen sus peculiaridades. En este caso, los cuatro monólogos fueron sencillos de ensayar, salieron casi sin problemas, fue todo felicidad.
Y la escena final costó muchísimo. La reescribí, revisamos la traducción, improvisamos cosas, volví a escribir, volvimos a traducir. Finalmente quedó hermoso ese final, pero costó muchísimo encontrar el pulso.
4. ¿Qué es lo más importante para ti en un proyecto tanto a nivel personal como profesional?
Un poco ambas cosas están atadas, porque si no me siento bien trabajando con un grupo de actores o actrices, me cuesta mucho dar lo mejor de mí. Así que creo que me resulta muy importante poder generar un entorno en donde todos los artistas puedan expresarse, dar lo mejor de sí, firmar la obra.
Y luego, sobre el resultado final, lo que más me importa es que la obra haya quedado buena en términos poéticos, artísticos, que el resultado esté a la altura de mi mirada sobre el teatro, más allá de las buenas repercusiones o salas llenas, que siempre es lindo también.
5. ¿Qué obras, autores, películas, artistas… te han ido marcando y acompañando a lo largo de tu carrera?
Millones. No entrarían en esta nota. Cada proyecto de escritura es un proyecto de lectura. Escribo para leer, leo para escribir. En algunos casos, esas lecturas aparecen más directamente, en otros menos. Pero siempre está la lectura como base.
Para La mujer fantasma está claramente Macbeth, de Shakespeare. Pero luego hay otros autores que aparecen, quizás menos directamente, como el argentino Manuel Puig, los catalanes Josep Pla o Mercè Rodoreda, pero también Mark Fisher, Angélica Liddell, Mario Levrero o Roberto Calasso.
6. ¿Cómo recuerdas el momento en que decidiste dedicarte a esta profesión?
Yo siempre digo que el teatro es el lugar donde me dejaron escribir. Pero, por otro lado, ahora me considero una persona de teatro más que cualquier otra cosa. Cuando debo poner “profesión”, yo pongo “director de teatro”.
De chico supe que quería escribir, pero provengo de un hogar trabajador en donde no estaba permitido ser artista; era un lujo que no nos podíamos dar. Comencé un taller de teatro de joven, para ser menos tímido, como muchos jóvenes de Buenos Aires. Y ahí descubrí un mundo que me cambió la vida.
Pronto me di cuenta de que me gustaba más mirar la escena y organizarla que estar adentro. Y además noté que podía combinarlo con mis ganas de escribir. Y así, sin más, me lancé a escribir y dirigir. Sin saber demasiado qué era o cómo se hacía, pero con la intuición de que había allí algo poderoso.
7. ¿Qué consejo le darías a todo el que quiera dedicarse a la dramaturgia o al mundo del teatro o artístico en general?
Que lea. Que vaya al teatro. Que mire películas. Que escuche buenos discos. Que escriba sin parar. Que no vaya de fiesta, que no vea a sus amigos, que no duerma, pero que escriba. Escribir es lo más maravilloso del mundo.
Y que no le dé mucha importancia a los consejos de nadie.
8. ¿Qué le dirías al Mariano Tenconi de los inicios si te sentases a hablar con él?
Nada. Tuve una claridad y una voluntad que admiro. Así que no me diría nada. Soy solidario con todo lo que hice, aun con los errores, sobre todo con los errores. Creo que estuvo muy bien.
9. ¿Cómo sería tu día perfecto y qué sueño o reto tienes pendiente por cumplir?
Trato de no pensar en la idea de “día perfecto”. El teatro es maravillosamente imperfecto, así que trato de abrazar eso para mi vida.
Me gusta leer, tomar mate, escribir, mirar a los árboles, escuchar música, estar con mi novia, cenar rico, tomar vino, mirar una película. Un buen día podría tener esas cosas.
10. ¿Algo más por aportar o añadir a la entrevista?
Gracias.
Esther Soledad Esteban Castillo
