Entrevista a María Pastor por “Tío Vania”

Hoy os traigo mi encuentro con María Pastor, donde hablamos sobre su nueva aventura con Tío Vania, que hemos podido ver en el teatro Fernán Gómez y que próximamente podréis ver el 23 de febrero en Alicante. Por lo que, si no habéis podido acudir, os recomiendo que no os perdáis esta nueva versión.

El comienzo del proyecto

Este nuevo proyecto es un montaje muy especial para ella por diversos motivos personales. Lo más destacable es que siente que está ante la consecuencia de un proceso de investigación que se inició hace veinte años en torno a La Gaviota de Antón Chéjov, Las Tres Hermanas, Tres Años… una línea artística y un estilo que han ido trabajando y explorando con los años, confeccionándolo y perfeccionándolo para crear su propia forma de acercarse al resultado. Un placer y una oportunidad riquísima que le ha aportado muchas cosas personal y profesionalmente, pudiendo conocer a un autor y profundizar en su estilo y en una línea de trabajo a todas luces, indicaba Pastor.

Sobre el escenario, señala que el cosmos y la línea trasera que podemos contemplar se adaptan a muchos espacios, dando mucho juego por su tamaño y permitiendo al reparto interpretar a sus personajes en un espacio tan amplio, con tantas localidades. Actuar ahí es un gusto, aunque comenta que es “un dolor” tener solo semana y media de actuaciones con un montaje del calibre que tienen entre manos y su naturaleza. Además, cree que en estos montajes funciona mucho el boca a boca, y para que se fragüe hacen falta más representaciones, explicaba la artista.

Resaltaba que, de cara a la preparación del proyecto, no se basaron para trabajar en el resultado sino en el proceso. Por eso considera que, para explorar bien el montaje, necesitarían al menos tres semanas en cartel, contaba la actriz.

Respecto a su encuentro con Elena, comenta que es un desafío porque es un personaje muy complejo, divertido, apasionante y frustrante en ocasiones, lleno de contradicciones. Es cobarde, tímida, no reconoce su naturaleza o sus impulsos más básicos y los castra; además, es esclava de unos principios y de una moral que la aprisionan. Lo complejo es no explicar su subtexto, lo que esconde, pero comunicando lo más posible. “Por otra parte, el mayor desafío es no explicar sus procesos internos, porque los personajes de Chéjov son así: personajes elegantes que inhiben sus impulsos y, en escena, hay que tratar de comunicar haciendo lo mínimo, mirando esas partes de ti mismo que no te gusta reconocer”, comentaba seriamente.

Desgranando el proceso

Ante la cuestión de cómo sería un encuentro suyo con el personaje, comenta que, ante todo, le escucharía, porque entiende lo que le pasa, cómo le ocurre y cómo ha llegado hasta allí. Le diría que fuese más valiente, no tan cobarde, aunque no sabe si eso es lo correcto, porque hay una frase que le encanta en Tres Años donde se decía que lo correcto está en el camino y en la elección, no en el acierto, reflejaba Pastor.

Sobre la función, María Pastor indica que no ha habido nada jocoso o anecdótico en los ensayos: ha sido un proceso muy meticuloso, interrumpido por la falta de medios y las dificultades a las que se enfrentan compañías como la suya. Le hubiese gustado tener más tiempo y tranquilidad para hacer las cosas con calma y aún más profundidad. Aun así, ha habido muy buen clima. Destaca que su padre, como director, escucha y recibe los impulsos de los actores de forma relajada y tranquila; es muy respetuoso aunque también muy exigente, observa y estudia mucho la obra.

Respecto al comienzo de Tío Vania, comenta emocionada que empezaron cuando su padre les hizo pensar en una anécdota de la infancia en la que hubiese ocurrido algún trauma o desgracia, y se la tenían que contar al resto. Iba en la línea del espectáculo: contar algo duro con la línea del tiempo, pudiendo verlo ahora desde la distancia, esbozando una sonrisa o incluso riéndote pasados los años. Fue algo muy bonito que les ayudó mucho como actores a entender la propuesta.

Acercándonos a su universo

Lo que más le atrae personal y profesionalmente del mundo artístico es lo que lleva haciendo los últimos veinticinco años: le interesan los proyectos y las individualidades al servicio de un colectivo, y no al revés. Le interesa profundizar en una línea artística; le gusta meterse en el universo de un autor y trabajar varios textos del mismo. Eso solo se puede dar en ciertas compañías, resultando algo casi utópico y heroico en estos tiempos y en este país, pero con la Compañía Guindalera han estado muy cerca. Se siente muy afortunada y le gustaría seguir haciéndolo en adelante.

Viendo este trabajo desde fuera, comenta que ella vería la función como algo divertido, ameno, disfrutón, pero no por ello menos profundo, al igual que otras obras similares que le gustan, y a la vez con cierto alivio.

Para futuros proyectos, de Tío Vania rescataría el proyecto completo. Le gustaría recordarlo con una sonrisa porque están llenando en las funciones y funcionando tanto con la crítica como con el público; algo milagroso para una compañía sin actores famosos. Ella se siente feliz de que sus padres estén contentos y satisfechos.

Hablando de la obra, ha conocido toda la producción de Chéjov y sus relatos, ha investigado su vida y las cartas entre él y Olga Knipper. También resalta un libro de Irene Némirovsky, La vida de Chéjov, que le ha ayudado a entender su universo y, a la vez, Tío Vania. En cuanto a películas, destaca a Nikita Mijalkov, director ruso que le ayudó a comprender al autor y su estilo con títulos como Ojos Negros o Pieza inconclusa para piano mecánico, así como la película americana La última estación, donde se aprecia esa comicidad tan compleja de conseguir, narrando los últimos días de la vida de Tolstói.

Para finalizar, resalta que hacen esta obra sobre todo porque es un clásico que merece la pena recuperar. Aunque esté todo contado, siempre merece la pena retomar ciertos clásicos con una nueva visión, porque teniendo en cuenta la sociedad del momento nos ayuda a reflexionar, hacernos preguntas y hasta encontrar cierto alivio. Se habla de la imposibilidad del ser humano de alcanzar la felicidad, pero al final hay un rayo de esperanza: cuando dos sentimientos se encuentran surge el amor como motor y hace que sea más fácil vivir; cuando uno pone atención en la felicidad del otro, la existencia se hace más llevadera. Esa es la razón por la que montaron Tío Vania.

“También es una versión refrescante y muy nueva de un clásico, pero teniendo en cuenta lo que quiso decir el autor con la obra”, expresaba María.

Sin duda, una excelente revisión de un autor del nivel de Antón Chéjov y, a la vez, un gran acercamiento al mundo profesional de María Pastor, que en una sola entrevista no se puede condensar ni mínimamente, pero sí puede servir como anticipo de futuras conversaciones.

Esther Soledad Esteban Castillo

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