Con motivo del lanzamiento de “Las Recetas de Julie”, compartimos esta entrevista con Julie Andrieu para conocer mejor su mundo gastronómico, algunos de sus secretos culinarios y también aspectos personales que la definen.
Para comenzar, le preguntamos cuál es el plato capaz de conquistar su estómago y su corazón. Julie respondió que su favorito es la liebre real, uno de los platos más complejos y suntuosos de la gastronomía francesa, que solo come una vez al año.
Confiesa que en las cenas de “foodies” puede llegar a cansarse de hablar únicamente de comida; le divierte, pero a veces le resulta cargante y le gusta conversar sobre otros temas.
Sobre los platos que no soporta como cocinera o comensal, explica que nunca ha renunciado a ninguno, pero tampoco aspira a elaborar recetas excesivamente complejas. La excepción es la repostería, que considera demasiado técnica y codificada, y en la cual siente que no tiene la destreza suficiente para crear grandes postres como le gustaría.
En cuanto a viajes y desafíos, recuerda su primer viaje sola a India, Nepal y Sri Lanka. Uno de los mayores retos fue atravesar la India en tren: trayectos de veinticuatro horas, asientos de madera, falta de ventanas y muy poco dinero. Lo vivió a los dieciocho años y asegura que hoy no lo repetiría, pero reconoce que la experiencia le permitió descubrir el país desde un lugar muy auténtico. Viajar sola, añade, hace que todo sea más accesible y no se dependa de otras personas.
En Francia, sus rincones especiales son los Alpes Marítimos y la región de Niza, donde pasó parte de su infancia y donde está enterrada su madre. Tiene recuerdos gastronómicos muy presentes: las verduras rellenas al estilo de Niza, cocinadas en hornos de madera de pino, y la tarta de acelga, un postre poco conocido fuera de la región que combina espinacas, piñones y pasas.
Entre sus retos y viajes pendientes, le gustaría volver a Japón con su familia, aunque reconoce que es un viaje costoso y que exige una preparación exhaustiva. No es un destino para improvisar como en su juventud. Actualmente también está inmersa en un nuevo proyecto: la compra de unas viñas cerca de Burdeos, una aventura que podría llevarla a convertirse en agricultora.
Su día perfecto incluye acompañar a sus hijos al colegio, pasear en bicicleta por los jardines de Versalles, cocinar y pasar tiempo con sus amigos. Admite que su casa le hace tan feliz que a veces le frena a la hora de asumir nuevos proyectos o viajar, por lo que le gustaría que su próximo trabajo pudiera desarrollarse desde casa.
Entre sus deseos destaca preservar su vida familiar, disfrutar momentos de soledad y mantener un contacto constante con la naturaleza.
Esta entrevista nos deja con ganas de seguir descubriendo su universo personal y culinario. Con su nueva publicación, tenemos una ventana perfecta para adentrarnos aún más en su mundo gastronómico.
Esther Soledad Esteban Castillo
