
Un bar. Tres personajes. ¿O no? Un Encuentro entre dos desconocidos que se citan en una tarde de agosto más caluroso de la historia. Un hombre y una mujer de extrema izquierda. Al principio casi podría parecer un encuentro ordinario, y sin embargo, no. Entre ilusión, realidad, el calor, cócteles y aperitivos de la casa, vamos introduciéndonos en la mente y el cuerpo de nuestros héroes al frenético compás de sus palabras y de sus pensamientos, descubriendo que no se trata de un encuentro romántico. O no en el sentido más común de la palabra. Ella le confesará a él conocer su pasión más íntima y perversa. Una pasión secreta, inconfesable, inadmisible, innombrable, inaceptable… Y al mismo tiempo atrevida, admirable y más allá del sistema, que fagocita el sistema desde adentro, que se lo come, que come, que nos come. ¿Será ella finalmente su cómplice o su víctima?
Equipo artístico
Compañía: Jeloudoli.
Autor: Renato Gabrielli.
Dirección: Ignasi Vidal.
Asesor dramatúrgico: José Sanchis Sinisterra.
Elenco: Juanma Lara y Roberta Pasquinucci.
Diseño de iluminación: Felipe Ramos.
Espacio Sonoro: Marc Álvarez.
Escenografía: Caja Negra.
Diseño Gráfico: Ana Parra.
Fotografía: Jacobo Medrano
Prensa: María Díaz
Producción: Nacho Bustos, Arnaldo Galvez, La Sarda Produce.
Producción ejecutiva: Jeloudoli
Crítica
Estamos ante una obra muy diferente que quizás no entienda todo el mundo y ante la que es complicado entrar, pero una vez lo haces no quieres salir.
Con una ironía descomunal, una batalla dialéctica muy interesante, dos actuaciones muy exigentes y una mirada a una pasión nada tradicional y muy peculiar en una obra transgresora en la que vale la pena adentrarse, a la vez que peligrosa y que muestra una faceta muy oscura de la sociedad que aunque no parezca real existe, en esta versión de un hecho real dirigida por Ignasi Vidal.
Con un toque muy siniestro, diálogos confusos y un enfrentamiento actoral continuo que nos regala lo mejor de sí mismos, con una unión de metáforas y de sugerencias tan tentadoras cuál «aperitivos» que nos van mostrando el camino de esas sombras y tentaciones ocultas que describen y lo que se encuentra dentro de ellas, con un admirable trabajo de Juanma Lara y Roberta Pasquinucci, muy bien compenetrados entre sí.
Una enredadera de pensamientos y palabras, gritos, sensualidad y sexualidad, instintos primarios y locura, la carne de lo prohibido y de los deseos a los que quizás no deberíamos dar rienda suelta… pero
Es mejor acercarse a esta obra con cautela y procurando no saber nada de la misma para que nos pueda ir sorprendiendo paso a paso en esta morbosa historia con un nivel teatral difícil de mantener, en una escenografía que confunde y resulta perfecta para este laberinto a la vez que poco a poco va abriendo luz o quizás creando más oscuridad, muy bien acompañada una música igual de siniestra que agiliza el ritmo y lo lleva por este camino perverso donde el hambre pretende acabar con todo mezclando toques políticos, revolucionarios, amorosos, cócteles cargados de locura, calor extremo entre charlas y hasta miradas hacia el interior de uno mismo y una comparación con el reflejo que mostramos a los demás.
Si tenéis hambre de un buen teatro que rompa vuestros esquemas, seguro que amaréis y devoraréis esta obra.
Esther Soledad Esteban Castillo, Madrid
