De nuevo podemos disfrutar de otra obra de nuestro cine, esta vez en clave humorística, con algunos de los rostros más queridos del panorama español y un toque crítico y de rabiosa actualidad que añade aún más valor.
Kepa Sojo ha firmado una comedia muy gustosa de ver: amable con el público, punzante cuando debe serlo y rebosante de buen ambiente y química entre sus protagonistas. Una película que demuestra que no hace falta inventar un género nuevo para triunfar, sino contar con el gancho y la sensibilidad adecuadas.
Con motivo del estreno, pude reunirme con la pareja protagonista, a quienes ya había entrevistado anteriormente en Lunas Pasajeras.
Recordando su viaje a Tellería con aspiraciones suizas, ambos evocaron con cariño esta nueva aventura cinematográfica.
A día de hoy, lo que más significó para ellos, ya con perspectiva, fue el aprendizaje. Maggie Civantos destaca especialmente lo que ha absorbido de actores que dominan la comedia y cómo se ha integrado en un grupo con trayectorias muy diferentes, pero con un profundo peso en el humor. Llegó con las ganas de aprender y encontró un espacio perfecto para ello. Ese aprendizaje se refleja en la película y en la diversidad del pueblo, siempre optimista pese a los sueños truncados, lo que permite que el público se identifique.
Para Jon Plazaola, sus compañeros han sido un auténtico máster en diversidad: cada personaje aporta un punto de vista distinto y el resultado es una orquesta perfectamente afinada, aunque existan solistas brillantes. Todos tocan a favor de la historia.
Si se llevasen algo especialmente significativo del proyecto, Civantos subraya el buen rollo del rodaje con Kepa Sojo, su manera afable de trabajar y ese sello tan característico que lo hace único. Jon coincide: fue una experiencia placentera, y ese sello está presente en todos ellos y en la propia película.
Si fuesen como simples espectadores al cine, Civantos reconoce que siempre es muy exigente con su propio trabajo, pero la película al ser tan coral lo facilita. Le parece especialmente interesante cómo se aborda el conflicto actual desde el humor y la sonrisa constante. Plazaola destaca la riqueza de los personajes, cuya profundidad evita que se conviertan en estereotipos y refuerza la sensación de verdad, igual que en las mejores series televisivas.
Ambos mostraron en todo momento una fe absoluta en el proyecto, así como las ganas de participar en una comedia que no se queda en la superficie, sino que aborda un conflicto contemporáneo de manera cercana y necesaria. Una pequeña Suiza llena de buen rollo, como el que me dejaron dos personas encantadoras.
Esther Soledad Esteban Castillo, Madrid
Lunas Pasajeras 