La rosa tatuada — Crítica + entrevista a Roberto Enríquez
FICHA
- Autor: Tennessee Williams
- Traducción: Vicente Molina Foix
- Versión: Carme Portaceli y Gabriela Flores
- Dirección: Carme Portaceli
- Escenografía: Anna Alcubierre
- Iluminación: Pedro Yagüe
- Vestuario: Antonio Belart
- Música y espacio sonoro: Jordi Collet
- Vídeo: Eugenio Szwarcer
- Cartel: Isidro Ferrer
- Reparto: Jordi Collet, Roberto Enríquez, David Fernández “Fabu”, Alba Flores, Gabriela Flores, Ignacio Jiménez, Aitana Sánchez-Gijón, Paloma Tabasco, Ana Vélez
- Producción: Centro Dramático Nacional
- Fechas y horarios: Del 29 de abril al 19 de junio. De martes a sábado, 20:30 h; domingos, 19:30 h (Teatro María Guerrero)
SINOPSIS
Serafina (Aitana Sánchez-Gijón) es una mujer siciliana, costurera de profesión. Su marido, Rosario Delle Rose —al que no veremos en escena—, es camionero: transporta fruta y también contrabando oculto. La noche de su último viaje clandestino es asesinado mientras conduce.
Serafina, devastada, pierde el hijo que esperaba y cae en una profunda tristeza. Tres años después, apenas sale de casa y descuida su trabajo. Su hija Rosa (Alba Flores), ya con 15 años, es una estudiante brillante que se ha enamorado. La madre, asustada, pretende impedir la relación, pero tras conocer a Jack (Ignacio Jiménez) y hacerle prometer ante la Virgen que respetará la inocencia de su hija, les permite celebrar la graduación.
Unas clientas le revelan a Serafina que su marido le era infiel. Ella se niega a aceptarlo. Un altercado en la puerta de su casa la pone frente a Álvaro (Roberto Enríquez), un joven camionero. Comienzan una relación: pese a sus resistencias, el parecido de Álvaro con Rosario la arrastra a sus brazos.
Crítica
El María Guerrero acoge una Rosa tatuada vital y luminosa, rica en matices. Aitana Sánchez-Gijón y Roberto Enríquez encabezan un elenco compacto y bien afinado en el que también destaca Alba Flores, con una Rosa llena de expresión y emoción.
La obra celebra la capacidad del amor para aliviar vidas grises y devolver la alegría. El itinerario emocional transita del drama y la reflexión a momentos de franca comedia, donde Enríquez despliega un lado poco habitual en él. Con una escenografía vistosa, es un montaje con corazón que puede conquistar a públicos muy diversos.
ENTREVISTA A ROBERTO ENRÍQUEZ
A continuación, mi encuentro con el protagonista, Roberto Enríquez: cómo llegó al proyecto, su visión del personaje y una mirada a su trayectoria y gustos personales.
—¿Qué fue lo que más te llamó la atención de este proyecto?
Dirigía Carme Portaceli —con quien deseaba trabajar—, compartía escena con Aitana Sánchez-Gijón y el texto me ofrecía un rol distinto: tierno, algo payaso, peripatético y entrañable; a su pesar, bastante cómico. No conocía la obra; fue una sorpresa luminosa dentro de Williams, y me fascinó.
—Tener un personaje con tantos matices es un regalo.
El teatro nunca se agota: cada función cambia. Tú cambias, el público cambia, tus compañeros cambian. Ahí está la magia.
—¿Te sientes cercano a Álvaro?
Es muy diferente a mí, pero todos albergamos los mismos sentimientos: ridículo, pasión, vulnerabilidad, miedos y esperanzas. Ahí nos reconocemos.
—¿Te ha cambiado esta función?
Me ha permitido un registro distinto y ha sorprendido a quienes no me veían en comedia. La sencillez de Álvaro para amar me toca muy adentro y deja poso.
—¿Qué escena te resulta más compleja?
El comienzo: entro avanzada la obra, en circunstancias adversas; el personaje se derrumba y, en lo peor, surge su gran oportunidad. Es difícil y maravilloso. Cuando sale, da gran satisfacción.
—¿Un momento favorito?
Ese mismo arranque, si funciona, por cómo se conocen desde la vulnerabilidad. También disfruto cuando describo a las tres personas a mi cargo: puede ser muy divertido.
—¿Volverías a Tennessee Williams?
Sí: hice Háblame como la lluvia y déjame escuchar. Me encanta Piel de serpiente. Williams siempre es un mundo.
—Próximos pasos.
Tras un breve descanso, estreno el 18 de agosto en el Teatro Bellas Artes Mi pequeño poni, con María Adánez: una pieza bellísima que aborda el acoso por ser diferente.
—El María Guerrero como “casa”.
Aquí empecé con Hamlet. He vivido funciones inolvidables. Es mi casa.
—Influencias y favoritos.
En teatro, La señorita Julia de Bergman me marcó. En cine, Cassavetes. En música, Enrique Morente (Omega) y Goran Bregović (Ederlezi). Conciertos: Bregović y el último de Chavela Vargas en Madrid.
—Un día perfecto y una fórmula para la felicidad.
Día sin obligaciones, con calma y sol por dentro. Fórmula: relativizar; todo pasa, escampa y vuelve a salir el sol.
—Un deseo.
Humanidad con los refugiados. España sabe lo que es huir. Las fronteras son invento nuestro.
Esther Soledad Esteban Castillo, Madrid
