Antes de leer y ver este reportaje os recomiendo que estéis con el estómago lleno porque sino llegará la locura a vosotros y no podréis parar, desde aquí ya os he advertido.
La Bola se describe como la tentación de un rey y no es para menos. Antes de acudir a visitar el restaurante mis expectativas eran altas, ya que es uno de los restaurantes más conocidos y de más renombre tanto en Madrid como
internacionalmente, y por suerte mis expectativas no quedaron defraudadas, más bien aumentaron mucho más.
Antes de entrar su edificio histórico e imponente te llama la atención por su color rojo unido a sus letras doradas que llaman aún más la atención de todos los viandantes que pasan por la zona, que ya se quedan con el gusanillo detrás de la oreja para descubrir lo que esconde este atractivo paraje.
Cuando entras la magia de los años que han pasado, el buen olor que inunda el lugar y lo acogedor que es unido a la gentileza y amabilidad de su personal te hacen sentir como en casa y os aseguro que una vez dentro no querréis idos.
Para volver un poco atrás en el tiempo su historia se remonta al año 1.802 donde se hablaba de una botillería en la calle de la Bola esquina a la de las Rejas (llamada hoy día Guillermo Roldán). En este local lo que más se solía ver era obreros y estudiantes.
Después en el 1.870 una asturiana lo transformó en el restaurante «La Rayúa», una matriarca de dinastía familiar que sigue hasta hoy con Los Verdasco, que siguen regentando el Restaurante Taberna La
Bola.
Sin duda la buena cocina del lugar sigue dando que hablar un siglo después. Como curiosidad se dice que se podían comer tres tipos de cocido a principio de siglo: a las doce del mediodía por 1.15 pesetas los obreros y empleados acudían, más tarde por 1.25 pesetas comían los estudiantes a la una de la tarde un cocido con gallina y ya a las dos, llegaba el turno de los periodistas y senadores que comían cocido con carne y tocino. Todos los cocidos vienen en pucheros individuales y están hechos al fuego lento del carbón de encina.
También este rico manjar era famoso en Palacio, ya que la Infanta Isabel (conocida como La Chata) mandaba normalmente al carruaje de Palacio a recoger los pucheros para ella y para su hermano Alfonso XII, por lo que todos los que abarrotaban a diario el local solían ver este carruaje aparcado delante de la Taberna.
En mi visita a La Bola pude degustar varias de las especialidades de las que os hablaré a continuación.
Primero comenzamos con una buena ración de callos a la madrileña: muy sabrosos, con los acompañantes perfectos como son la morcilla, el tocino, el chorizo… y tan deliciosos que hacen que vuelen del plato y igual de buenos y ricos que los caseros, algo nada fácil de conseguir.
Después como es obligatorio en cada visita a La Bola, seguimos con un delicioso cocido que llama la atención desde el primer momento que te lo traen a la mesa. Primeramente te traen los fideos y a parte en su puchero se encuentra el caldo que te lo volcarán en un primer vuelco para que tomes la deliciosa sopa y vayas abriendo boca. Después en el segundo vuelco vienen los garbanzos junto al morcillo, la gallina, la patata, el tocino y el hueso de jamón. Todo ello junto al repollo, el tomate especiado con comino, las guindillas y la cebolleta se convierten en un manjar de altura que te muestran con muy buenos motivos porque es el mejor cocido madrileño de Madrid.
Para finalizar una jornada de buena comida terminamos con una cordero de lechal acompañado por patatas fritas y pimientos de padrón que resulta una delicia imperdible por cualquier amante de la buena cocina, suave y jugoso, realizado con amor y perfecto para saciar a los más exigentes.
Si visitáis La Bola, toda buena comida hay que terminarla con los buñuelos de manzana con mermelada y helado, el postre perfecto perfecto para los golosos y amantes de los dulces que entra como el agua por muy lleno que estés. Si vuestro gusto no es este, tenéis varios postres caseros que seguro que os gustarán también.
El final llegó con un café con leche para reponer fuerzas y un sorbete de limón con cava para hacer la digestión y cerrar con un diez esta sucesión de delicias y manjares.
Algo que hay que destacar es que todo está muy cuidado en el restaurante, también podréis ver fotografías por las paredes de todos los personajes ilustres que han comido entre estas paredes y también a destacar todos los recipientes, vasijas y pucheros donde sirven la comida, todo hecho para la mayor satisfacción del cliente.
No olvidéis visitar el restaurante en los turnos de las 13:30 o las 15:30 o bien acudir a cenar y crear una noche mágica en vuestra rutina. También recordar que solamente admiten el pago en efectivo y no con tarjetas. Hasta aquí el reportaje de una jornada gastronómica sin igual y que os recomiendo a todos vivir alguna vez en la vida.
Esther Esteban, Madrid













