Entrevista a Roger-Pol Droit por «Si sólo me quedara una hora de vida»

ENTREVISTA A ROGER-POL DROIT


Roger-Pol Droit

Roger-Pol Droit, uno de los filósofos franceses más influyentes de nuestro tiempo, llega a España para presentar Si sólo me quedara una hora de vida, un libro que nos invita a detenernos y pensar en aquello esencial que tantas veces postergamos.

Ya en 101 experiencias de filosofía cotidiana nos propuso pequeños “experimentos” para conocernos mejor; ahora va un paso más allá. Conversar con Droit es un placer por su amabilidad y lucidez. En su breve visita a Madrid pude plantearle algunas preguntas que comparto a continuación.

—¿Cómo le ha influido la filosofía en su vida y, en concreto, a la hora de escribir este libro?

En cuanto a la filosofía en mi vida voy a intentar ser breve porque podría estar mucho tiempo. Empecé con 16 años, en 1966, cuando estaba en clase de terminal en el sistema francés y se estudiaba filosofía. Sentí que, por primera vez, comenzábamos a hablar de las cosas de verdad.

Me gustaba mucho la literatura y leía novelas, pero aquel día en que hablamos de la libertad, la muerte, el Estado, la justicia y las grandes cuestiones filosóficas, entendí que estábamos abordando la realidad. Eso me fascinó y no me he apartado desde entonces.

En este libro en concreto me interesa una filosofía que primero hay que sentir. Por eso planteo experimentos filosóficos: no se puede reflexionar de verdad sin partir de una experiencia afectiva, emotiva o sensorial. Construí entonces la idea de que me quedaban por vivir tres mil seiscientos segundos, todavía lúcido y con la posibilidad de analizar esa situación. Es un modo de incitarse a reflexionar.

—Al escribir sobre la vida y la muerte, ¿ha cambiado algo en usted? ¿Ha descubierto algo nuevo en sí mismo?

No fue un libro fácil de escribir, pero lo viví como una necesidad espontánea. Fue como si me cayera encima y no pudiera escapar. Posiblemente tiene que ver con la edad: sentí la urgencia de escribir un testamento filosófico, de reunir en unas páginas lo que he comprendido y lo que no de mi vida.

Quise reflexionar sobre la última hora, como hacían los antiguos. En esa última hora ya no hay disfraces: se ve lo auténtico. Durante siglos se recogían las últimas palabras de los moribundos porque se consideraba que eran lo más verdadero.

Además, lo escribí mientras mi hija daba la vuelta al mundo, lo que me inquietaba en ocasiones. Pensaba que si me atropellaba un autobús, ¿cómo podría transmitir lo que sé de la vida? He escrito unos treinta libros, dirigido veinticinco, miles de artículos… pero quería dejar un lugar en el que hablara directamente, sin rodeos.

Si sólo tienes una hora, hay que descartar lo inútil y centrarse en lo esencial.

—¿Un sueño cumplido y otro por cumplir?

De niño, con trece años, sufrí difteria y durante varios días no estuve seguro de sobrevivir. Tenía edad suficiente para ser consciente y pensé que todo había sido demasiado corto. Esa experiencia me marcó y, aunque la olvidé, regresó al escribir este libro. Me hizo comprender lo frágil que es la vida.

Un sueño cumplido es haber escrito tanto y haber hecho cosas variadas. Cuando era joven admiraba a Victor Hugo porque cultivaba múltiples facetas: filosofía, periodismo, ficción… Yo también he hecho periodismo, teatro, filosofía, y me alegra esa diversidad.

El sueño pendiente es sencillo: seguir. Con eso me basta.

Esther Soledad Esteban Castillo

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