ENTREVISTA A AARÓN LOBATO
Entrevistamos a Aarón Lobato, una de las caras más divertidas y, a la vez, más profundas de El banquete. Este montaje distinto vuelve a la cartelera imponiendo un clásico tan atractivo como diferente. Lobato sorprende por su frescura, su sentimiento y su humor: su papel no deja indiferente a nadie.
Si queréis conocerle un poco más y saber cómo llegó a la obra, esta es vuestra oportunidad.
1_¿Cómo llegaste a “El banquete”?
Me hablaron Sonia y María del proyecto; me atrajo desde el primer momento y me involucré sin más.
2_¿Qué fue lo que más te sedujo de la obra?
Que es un espectáculo donde se da mucho valor al discurso y la retórica. Son dos armas que, creo, se están perdiendo en la sociedad y en el teatro, donde a menudo solo se busca la acción, el diálogo y la fábula.
3_¿Conocías al resto del reparto anteriormente?
A los únicos que no conocía eran a Carlos Lorenzo y a Chi. Con Natalie y Miquel había trabajado antes y con Julio comparto grupo de amigos.
4_¿Tu escena favorita de la obra?
La escena en la que nos quedamos congelados y la esclava cuenta su visión del amor.
5_¿El mayor reto y desafío que te has encontrado en la función?
Personalmente, Alcibíades es un reto. Es un personaje que no está invitado al banquete: se cuela y, además, no quiere estar. Mientras los demás festejan y se divierten, él tiene un solo objetivo: Sócrates.
La mayor dificultad es sostener ese estado hasta que “explota la bomba” al final.
6_¿Alguna anécdota que hayáis vivido en esta obra?
En las pasadas funciones en el Ateneo de Madrid, algún socio llamó a seguridad para que me echaran porque decía que se había colado un borracho.
7_¿Qué puedes contarme de tu personaje? ¿Podremos reconocerte en él de alguna manera?
Alcibíades llega a un lugar que no es el suyo, en un estado etílico importante, y ve el banquete desde fuera; su motor es Sócrates. Es el único que habla desde la vivencia y no desde la filosofía: no habla “del amor” sino de su experiencia del amor, desde el dolor, desde quien sigue necesitando a la otra persona y no comprende por qué le ha dejado. Su exposición es, a la vez, una anagnórisis que le permite superar el dolor y seguir adelante.
¿Reconocerme? ¿Quién no ha sufrido por otra persona? Y, como él, en situaciones de “banquete” me cuesta el juego de máscaras y poses de fiestas o estrenos.
8_¿Cómo ha sido reencontrarte con Sonia Sebastián y con María Velasco?
Un placer trabajar por tercera vez con Sonia. Creo que nos entendemos muy bien y me siento muy halagado de que cuente conmigo de nuevo: tiene un arrojo y una capacidad generadora de proyectos impresionantes.
De María… nos conocimos en el proyecto final de la RESAD y congeniamos enseguida. No hemos parado de trabajar juntos. Nuestras visiones del teatro y del arte son muy similares. Me encanta poner voz y cuerpo a sus palabras: sus textos son “bofetadas de poesía”, donde se mezclan dolor y belleza.
9_¿Cómo describirías la obra desde el punto de vista del espectador?
No puedo ser objetivo porque nunca la he visto desde la butaca, pero lo que recibo del público es una acogida muy buena. La gente se lo pasa muy bien con El banquete, pero no se queda solo en eso: también piensa sobre lo escuchado y se posiciona ante los discursos.
10_¿Qué otro personaje te habría gustado interpretar?
Me encanta Alcibíades, pero si tuviera que elegir otro, sería Agatón —que interpreta Julio Rojas—, porque se lo pasa como un niño: es provocador, excéntrico y permite hacer muchas locuras.
11_¿La primera obra que viste o la que más te ha impactado?
No recuerdo la primera que vi; tengo la sensación de que empecé a hacer teatro antes que a ser espectador.
Impactos: Sul concetto di volto nel figlio di Dio de Romeo Castellucci, Guerra y paz de Tomaz Pandur o La casa de la fuerza de Angélica Liddell.
12_¿Eras seguidor del teatro clásico y de la filosofía? ¿Algún autor especial?
Me gusta mucho el teatro griego: tiene una resonancia atemporal que nos conecta con lo más profundo del ser humano. La Orestíada o Edipo rey las releo cada año y siempre descubro algo nuevo. También La Ilíada: es una narración apasionante.
A la filosofía he llegado después y siempre desde el teatro; cada vez me sumerjo más y no dejo de sorprenderme.
13_¿Cuándo decidiste dedicarte a la interpretación?
Llegué un poco de rebote: no me cogieron en Bellas Artes y había descartado dedicarme a esto por cuestiones académicas, educación, padres… El no entrar en Bellas Artes me empujó a hacer lo que realmente quería.
14_¿Algún momento especial de tu carrera?
Más que “destacables”, tienen que ver con lo emocional: trabajar en Barroco con Tomaz Pandur cuando estaba en primero en la RESAD —solo movía escenografía, pero aprendí muchísimo—; y hacer el corifeo de Ayax en el Teatro Romano de Mérida. Esas piedras tienen algo: en el saludo fui consciente de que era actor profesional.
15_¿Algún sueño para este 2014?
Seguir encima del escenario.
16_¿Aficiones? ¿Qué te seduce y qué no soportas en una persona?
Afición: el boxeo, practicarlo y verlo.
Me seduce la inteligencia y la generosidad; no soporto el ego y la vanidad.
17_¿Algo más por destacar?
No sé.
18_¿Futuros proyectos?
Alberto Conejero —autor del texto de Alcibíades— me está escribiendo un monólogo musical con muy buena pinta. También hay en vista el auto sacramental El hospital de los locos con un director al que admiro, Carlos Tuñón.
Como futuro real: representar Günter, un destripador en Viena, de María Velasco, en Burgos y en alguna sala de Madrid. Me encantaría retomar Lorca al vacío y seguir con El banquete.
Esther Soledad Esteban Castillo, Madrid

