ENTREVISTA CON FERNANDO ANDINA, IRENE ARCOS Y NACHO LÓPEZ

Nos reunimos con Nacho López, Fernando Andina e Irene Arcos —“la actriz de moda”, según sus compañeros— para hablar de su obra Una noche de amor y miedo. Tras su paso por la Sala Tú, llegan al Teatro La Strada con las mismas ganas e ilusión… y con una gran incorporación al elenco: Irene Arcos.

En su día, el proyecto —según contaba Andina entre risas— nació cuando “Nacho se dio un golpe en la cabeza de pequeño”, y Arcos continúa diciendo que “después aterrizó”. Nacho nos explicó, acto seguido a las bromas de sus compañeros, que lo escribió durante dos meses y “un grupo de gente transtornada decidió acompañarle”; en definitiva, un grupo de colegas dispuestos a levantar el proyecto.

Arcos se considera “la nueva”, porque la obra ya tiene un año y sustituye a Dafne Fernández. A Nacho le conocía de Microteatro y había ido a verle en varios proyectos. Junto con Cristina le pasaron el guion y tampoco le costó mucho dejarse convencer: es un texto rápido, cómico, surrealista, diferente, valiente… y la presencia de Andina también fue un buen punto de partida.

Fernando dice tener muchas ganas, porque a pesar de haber estado tres semanas les quedó una sensación de querer seguir con el recorrido, tanto por el público como a nivel personal. Eso mismo le pasó con Continuidad de los parques cuando estuvo de gira, porque nunca entraron en Madrid; y lo mismo ocurrió con esta obra: gustó mucho y tuvieron que irse por cuestiones de programación, así que volver ha sido un placer. También dice que le da igual el proyecto y las fechas, porque a Nacho nunca le dirá que no.

Juntos este es su cuarto proyecto: han hecho dos micro-obras y luego han estado en la Sala Tú. También toda la gente que está por detrás son amigos suyos, y esta obra nace de un grupo de amigos con mucho talento —cada uno en su faceta—, cuenta Nacho.

Nacho es la primera vez que actúa en un texto suyo y dice que contar con ellos en escena es una suerte: lo hace todo mucho más fácil y le ayudan. Luego, por otra parte, cuenta con la ayuda de Enrique Asenjo en la dirección. Lo considera una experiencia curiosa y ahora vive en sus carnes todo lo que le contaban. Dirigir a la vez que actuar es un reto, pero da gracias por estar tan bien rodeado.

Irene Arcos interpreta a Ángela y no puede adelantar mucho, pero “es como si fuesen tres personajes en uno”. Es un reto y, a la vez, muy divertido poder jugar a tres cosas distintas en una misma obra y un mismo texto. Le apetecía mucho porque venía de un texto muy distinto. Al leer el guion, encontró “una lucha dialéctica con un ritmo frenético”. Viene de Entreactos y Lágrimas de sangre.

Andina, al leer el texto, a las tres de la mañana le envió un mensaje diciéndole que, “con una buena terapia y entre todos, quizá podía salir adelante”. Él no se considera un buen lector de dramaturgia desde los dieciséis años, cuando empezó a leer teatro; le costó, pero Nacho —que es como un hermano y con quien se conoce desde hace quince años— le decía que confiase, y a base de lecturas todo le ha ido encajando como “un puzle sideral”. Hablando en serio, para él López tiene un gran talento para escribir y, además, sabe hacerlo llegar: “para mí es su obra cumbre”.

Para él ha sido muy bonito que vuelvan a confiar en su trabajo, al igual que cuando te vuelve a llamar un director o productor. Resaltan la ayuda de Borja Vera (de los Jamming) y de José Luis, productor de los Jamming… Para Nacho es de agradecer que confíen en él en estos tiempos.

Esta obra nace de un texto de Microteatro que luego desarrolló. No es una obra ofensiva, pero a veces tiene sus puntos. Un día, en el teatro, hay un personaje que mira al público —porque es activo y es como un personaje más— y, en un momento dado, se ponen a decir enfermedades que puede tener la gente. Acertaron en alguna: fue complicado, pero el público se lo tomó muy bien.

Para Nacho, su escena favorita es una entre ellos dos —además, la más compleja—, donde se descubren muchas cosas y de qué va esta obra. Considera que están fantásticos: “es una batalla dialéctica y, si tuviésemos millones, habría cañones y orcos”. Andina añade que “es un choque de trenes, el antagonismo por excelencia”; y Arcos comparte su opinión, a lo que, entre risas, le dice Andina que “es complicada para ella porque está a su lado… y es difícil alcanzarle”. Arcos también considera que tiene muchos momentos favoritos.

Para Fernando Andina, su carrera se ha ido construyendo con personajes muy marcados —de pasado oscuro, algo “pijos”…—, pero López le vio un potencial que tenía que salir. En la escuela también lo hacía y le decían que tenía vis cómica, pero Nacho López ha sido el primero que ha confiado en él para este tipo de papeles, algo muy importante para él. López añade que “todo el mundo sabe que es un actor dramático excelente, pero es una bestia parda cómica; es un payaso —en el mejor sentido— en su vida real, un hombre con mucho sentido del humor, si es que se pueden separar los dos géneros en un actor”. Para él, la comedia es muy complicada y considera que Andina la hace excelentemente.

Ante la pregunta sobre si creen en el destino y en el más allá, López nos contó que cree en el destino “a posteriori”: cree en el determinismo “a toro pasado” y que hay que conjugarlo con un libre albedrío en el presente. Irene Arcos considera que cuando algo tiene que estar en tu vida, se aparece y reaparece hasta que lo coges; pero hay que moverse, complicarse y mojarse si quieres algo, porque nadie te va a venir a buscar —aunque de repente ocurra—. Prefiere pensar así y tener un punto más práctico. Andina procura no preguntárselo demasiado porque no tiene esa capacidad filosófica para llegar a resultados que le conmuevan o convenzan: no es creyente, no ve nada en los astros, ni en el tarot, ni en las olas del mar… Es más de pies en el suelo, quizá porque no tiene esa sensibilidad; pero no es susceptible. Coincidiendo un poco más con Nacho e Irene, la vida es un viaje y una aventura más que algo predestinado por nadie ni por nada.

Sin duda, nos presentan una obra distinta y muy original, unida a un reparto espléndido. No os la perdáis: seguro que no os arrepentiréis.

Esther Soledad Esteban Castillo, Madrid