ENTREVISTA A BERTA HERNÁNDEZ
Entrevistamos a Berta Hernández por su nueva micro-obra “Te odio… casi”, un texto escrito y dirigido por Cayetana Cabezas e interpretado por Berta Hernández y Pilar Bergés. Una obra distinta, de una gran complejidad interpretativa y emocional, de las que llegan y son agradecidas tanto para el espectador como para las intérpretes, ya que todos los retos al final terminan siendo positivos.
Berta Hernández es una de las actrices más prometedoras y capacitadas del panorama nacional actual y en esta entrevista pudimos conocerla un poco más profundamente y también hablar sobre cómo había vivido todo este proceso. Si queréis conocer más a esta gran persona y actriz, adelante con la entrevista.
-¿Cómo llegaste a este proyecto?
Yo conocía a Cayetana hace varios años pero nunca habíamos trabajado juntas. Un día me llamó y me mandó el texto por mail y, a los cinco minutos, le llamé y le dije que me encantaba y que quería hacerla. Luego empezamos con los ensayos, que aproximadamente han durado un mes y medio.
-Entonces ha sido un proceso bastante largo…
Ha sido bastante intenso porque es una obra muy difícil. Una de las cosas por las que dije que sí, aparte de que el texto es precioso, es que para mí era un reto hacer esta obra; era muy complicada.
-El reto además atrae más, ¿no?
Me parecía algo muy difícil e interesante y esta forma de trabajar y decir un texto no la había hecho nunca y me parecía interesante, pero sí que había estado ya en Microteatro.
-Entonces notaste muchas diferencias con el resto de tus micro-obras.
Sí, sí; cuando la veas entenderás la dificultad de la obra.
-Además de que tenéis la dificultad añadida de ser solo dos actrices.
Sí, pero en realidad tenemos todo en escena y, cara a cara, muy poco. En realidad trabajamos con nosotras mismas y con la escucha de la otra; es muy complicado, requiere de una concentración brutal. Son seis pases de catorce minutos brutales; si te pones a sumar el tiempo es como una obra de teatro larga.
-Pero la verdad es que tanto esfuerzo luego el público lo agradece mucho.
Al público le está gustando mucho; además es algo novedoso y está funcionando muy bien.
-Imagino que tiene que imponer mucho tenerles tan cerca…
Impone y a la vez te hace estar más alerta; hay una comunicación muy íntima y es genial. Estás en un diálogo de tú a tú, se crea un ambiente muy mágico en la sala y notas si reaccionan, si les está gustando, si se ríen, si se emocionan… están prácticamente metidos en la habitación, en el espacio escénico.
-¿Habéis tenido alguna anécdota con el público?
De momento aún no. Siempre, cuando acaba la obra, se quedan sin saber qué ha pasado, como que quieren una segunda parte; se meten tanto que quieren verla.
-Pues sería fantástico poder disfrutar una segunda parte.
Sería genial.
-¿Cómo sería para ti si en un tiempo retomáis la obra y tienes que cambiarte de personaje con tu compañera?
Tendría que empezar a trabajarlo desde el principio; son dos caracteres contradictorios y es complicado. De hecho, cuando leímos la obra yo me identificaba con el otro personaje y es más difícil todavía porque hay frases que no sé cómo justificar, porque yo como Berta y como actriz no le entiendo; ahí estaba la búsqueda y el proceso del trabajo para llegar a entender y a empatizar con el personaje. Para mí, el otro era más sencillo, no de hacer sino de comprender; era más cercano a mí.
-Pero luego, al interpretar a una persona distinta a ti, habrá sido más divertido y emocionante.
Sí, porque tienes que investigar más y el proceso es de investigación total.
-También os surgirían muchas preguntas en los ensayos, me imagino…
Sí, claro; me surgían muchas e intentaba entenderla y ponerme en su piel para justificar por qué decía esas cosas y, al final, terminas abriendo tu perspectiva de la vida y entendiendo por qué algunas personas actúan así.
-De cada personaje seguro que al final tienes muchas partes de ellos en ti.
Con cada personaje se crece siempre; vas aprendiendo a nivel personal, sobre todo te hace mirar las cosas desde otra perspectiva y otro punto de vista. Pasar por tantos personajes, tantas pieles y tantos estados de ánimo hacen que, al final, te vaya enriqueciendo.
-Y para el público también es fantástico disfrutaros en tantos registros distintos.
Para nosotros es más divertido hacer cosas alejadas a nosotros, más arriesgado.
-Entonces, ¿prefieres los personajes más alejados a ti que los más cercanos?
El contrario. Creo que podemos tener tendencia a acomodarnos si hacemos personajes cercanos: es mucho más fácil, pero más interesante si no tiene nada que ver contigo y poder estudiarlo psicológicamente, su forma de conducta, por qué piensa así, sus movimientos…
-Y poder hacer así cosas que nunca harías de otra forma.
Al final interpretas un juego, con vidas que no son tuyas y tienes que hacerlas tuyas.
-¿Tienes algún registro pendiente?
La verdad es que sí; así pendiente me quedan muchos, pero tengo muchas ganas de comedia pura y dura. En teatro te diviertes más haciendo reír. Me encanta escuchar las risas en el público; cuando veo que funciona algo es un subidón tremendo.
-Debe de ser muy emocionante alegrar a la gente.
Sí; al final nuestro trabajo es eso, trabajar para el disfrute de los otros.
-Además que no sabría decir si es más difícil hacer reír que llorar…
Creo que hacer reír que llorar. Pienso que el sentido del humor es menos universal entre todos: cada uno tenemos un sentido del humor diferente y nos reímos de unas cosas y de otras no, pero el sentimiento de tristeza es universal; empatizamos más con los sentimientos tristes y el dolor. Con la risa es más complicado.
-¿Recuerdas la primera micro-obra que viste o alguna que te marcara en especial?
A la primera que vi fue a Dafne Fernández y me impactó mucho, porque yo no conocía el Microteatro y nunca había estado. Luego vi este sitio tan especial y, cuando bajé a la salita y vi que estaban tan cerca los actores, fue toda una experiencia como espectadora; me sentía usurpando un sitio que no me correspondía o muy cerca (risas). Me gustó mucho y pensé que sería muy complicado hacer eso; luego, al poco tiempo, hice yo mi primera obra.
Cuando me llamaron pensé que qué difícil era, pero lo hice. Además era una comedia en la que estaba todo el rato mirando al público a la cara; los quince minutos estaba hablando con el público, y pensaba que si no se reían me iba a afectar… pero fue muy bonito y en Microteatro he tenido experiencias muy bonitas.
-Todo el que viene por primera vez se queda impresionado la verdad.
Sí, sí.
-El horario en el que estáis -la sesión de tarde- es muy bueno.
La golfa entre semana es mucho más complicado. Yo siempre había hecho golfa porque, como estaba con la serie, no me daba tiempo sino a compaginarlo. Es cierto que la tarde tiene un público más fácil: la gente sale de trabajar y se viene aquí; ves que vienen con chaqueta o trajes y, cuando se enciende la luz, ves que no conoces a nadie; que la gente viene por ver teatro y no porque te conozca.
-Además tendrá que ser precioso tener a vuestros admiradores tan cerca.
Nosotras, por la trama, Adriana y yo, tenemos muchas chicas que nos siguen y están encantadas de poder vernos tan cerca. Es muy bonito ver esa admiración y ese cariño.
-¿Tienes algún momento favorito en especial de la obra?
Toda la obra, los catorce minutos. Me lo paso tan bien y disfruto tanto desde que entra el público hasta el final… El texto es muy bonito; currar con mi compañera está siendo una experiencia maravillosa y no la conocía ni había trabajado con ella. Estamos aprendiendo mucho y lo pasamos muy bien. Además, en cada pase la obra es distinta y siempre ocurren cosas; luego, al final, lo hablamos sobre qué vemos diferente. La obra está muy viva porque seguimos buscando mucho todos los días, todo sobre el mismo texto, pero quieres buscar para sorprender a la otra persona, dejarte sorprender y que las emociones sean como nuevas, intentando probar cosas diferentes… Son seis pases todos los días y, si cada vez haces lo mismo, llega un momento en que te quemas y te cansas; y si te aburres no es bonito ni para ti ni para el público, entonces no compensa.
-Terminas loco si no…
Sales loca (risas). Además esta obra es muy rápida y tiene mucho ritmo desde el principio.
-Eso es lo bueno porque a veces incluso algunas siendo tan cortas se te hacen pesadas.
Y luego la gente dice: “pero qué corta”; y dura lo que tiene que durar, pero como tiene ese ritmo la gente se engancha y están muy pendientes.
-Quizás si fuese más larga perdería la magia…
Sí, todo puede ser.
-De todas formas sería estupendo ver cómo continúa o verla en otro formato más larga.
Sí, ver lo que pasa después con estas dos que cada una está en su mundo. Lo que sucede en la obra ocurre en un momento determinado del día y no se sabe qué es lo que ha pasado antes y lo que ha pasado después; no está escrito, así que cada uno puede ponerle el final que quiere. Ahí estamos diciéndole a Cayetana que escriba la segunda parte o la obra larga. Estamos pensando en grabar el corto porque hicimos el teaser y nos gustó mucho el resultado: la luz, el color, lo que pasaba entre nosotras… y como nos gusta tanto y el texto es tan bonito, Cayetana se está planteando rodar el corto.
-Debió ser agotador estar con las obras a la vez que con la serie.
Sí, pero también era como aire fresco, de pronto; porque de estar todo el día en el plató al llegar aquí al teatro todo cambia… Cuando estás haciendo algo que te gusta tanto, al final el cansancio no lo notas o sientes tanto.
-Y también está bien poder variar con dos personajes.
Y estar probando cosas diferentes y vivir cosas distintas. Además, cuando estás haciéndolo tu cuerpo se hace: terminas la serie y no te da tiempo a pensarlo; estás en un ritmo dinámico que lo disfrutas, y cuando se te pasa se te hace corto. Todo pasa muy rápido, es un mes, pero… igual que las seis funciones: entramos y dentro de nada estamos en el sexto.
-¿Cuál es el mayor reto que has vivido en Microteatro?
Afrontar este texto desde el minuto uno. Cuando me llegó me encantó, pero pensé que a ver por dónde empezaba y cómo lo estudiaba porque era difícil de aprender; tuve que separar todas mis frases y hacer como una especie de monólogo.
-Ya solo el estudio tenía lo suyo…
Y en el proceso he tenido momentos de no verlo; ha sido muy complicado e intenso. El proceso de ensayo es lo que más me gusta y disfruto: es la parte de creación; improvisas, añades, quitas, juegas… es muy divertido, pero hay momentos en los que ves que estrenas en dos semanas y no está y te entran todas las dudas. De pronto, un día, se hace el milagro y sale el pase.
-Tuvo que ser una gran alegría.
Cuando empezamos a hacer los pases enteros y no nos equivocamos… Luego, la primera semana, que vimos que funcionaba, gustaba y se entendía todo, y encima te pedían la segunda parte y ver qué pasaba después, es una gozada.
-Cuando acabéis será un cierre muy importante.
A mí me gustaría que no se quedara aquí: llevarla a otros teatros y salas. Microteatro permite a la gente ir al teatro y que se haga teatro. Estamos muy activos actores, directores, guionistas… Es una nueva fuente de hacer teatro y va a seguir creciendo; hay que reinventarse.
-También tenemos luego espacios tan curiosos y llamativos como la Cárcel de Segovia
Lo han convertido en un centro multidisciplinar y hay música en directo, obras de teatro… dentro de las celdas en una cárcel vacía.
-¿Cuál fue la primera obra de teatro que viste que te impactase especialmente?
Yerma en el Centro Andaluz de Teatro; la hacía Amparo Marín, que también es de Huelva. Yo era pequeña y tendría quince años como mucho y me impresionó. De hecho, me gustaba comprarme libros de teatro de pequeña y iba con mi padre a comprarlos y un día me regaló el de Yerma y no entendí nada porque yo era muy pequeña. Al cabo de los pocos años vino Yerma al Gran Teatro de Huelva y, como me la había leído, fui a verla y me quedé… Dije que yo quería hacerlo. Y años más tarde la hice en el instituto; fue la primera obra que hice antes de hacer Arte Dramático y ha marcado mi comienzo y mi deseo.
Yo de pequeña lo decía, que quería serlo, pero tampoco lo sentía aún del todo. Yo tenía La zapatera prodigiosa de Lorca grabada en VHS y me la ponía mucho en mi casa; la hacía Natalia Dicenta y yo la imitaba. Quería ser actriz desde pequeña y, cuando vi a Lorca, ya me decidí. Y fíjate que lo leía sin entenderlo, porque con ocho años es difícil, pero había algo que me atrapaba, algo muy bello aún sin entenderlo; y cuando empecé a entenderlo ya, imagínate.
-¿Eres entonces una admiradora del teatro clásico?
Sí, me gusta mucho. En los cuatro años de carrera en Sevilla lo que más trabajé fue clásico. Tocas asignaturas como danza o canto, pero no profundizas; tienes cursos enteros de verso y teatro clásico. Para mí lo difícil fue llegar a Madrid y empezar a hacer algo para lo que yo no había estudiado, como televisión o musicales; era algo para lo que no estaba preparada todavía y te vas preparando con el trabajo: es como una escuela. Ya con tu base y tu método vas creciendo y aprendiendo.
-Vas añadiendo más matices a tu esencia…
Y, sobre todo, ir aprendiendo de la gente a la que tienes al lado, porque también he tenido la suerte de empezar a trabajar con actores mayores que llevan muchos años trabajando y, mirándolos, aprendes mogollón.
-Será muy interesante también el cambio generacional.
Increíble. Mi último corto lo he hecho con Asunción Balaguer y se me caía la baba; es súper encantadora y una señora de la escena. Es muy linda; a mí me adoptó como nieta desde el primer día del rodaje; me contaba muchas historias, anécdotas de toda su carrera y su trabajo… Ha sido un regalo trabajar con ella.
-¿Alguien pendiente con quién te gustaría trabajar?
Con muchísima gente con la que no he trabajado. Por ejemplo, soy muy amiga de Inma Cuesta; hemos trabajado en el mismo musical pero no coincidíamos porque hacíamos el mismo personaje, y con ella tengo muchísimas ganas de trabajar, además siempre lo decimos: que somos muy amigas y no hemos trabajado nunca juntas. Por pedir, que vengan, que yo estoy dispuesta a recibirlos.
-¿Algún momento especial de tu carrera para quedarte por siempre?
Cuando me llamaron la primera vez para decirme que me cogían para el musical fue realmente cuando mi vida dio un giro. Yo vivía en Sevilla, acababa de montar mi compañía de teatro y de acabar la carrera y estaba en el abismo de “ahora qué hacer”. Estaba estrenando mi obra de teatro con mi compañía y, a la vez, yendo a Madrid para hacer los castings para el musical. Justo el día de la primera función, en el estreno, antes de quince minutos de empezar, me llamaron para decirme que me cogían. Me llamaron un jueves y el viernes ya estaba en Madrid viviendo. Hice la maleta, me subí a Madrid a vivir con unos amigos y ya hace nueve años y aquí estoy.
-Tuviste que salir llena de nervios a escena.
Bueno, salí que no me lo creía; mis compañeros y yo nos mirábamos… Además estuve haciendo las pruebas y fui a tres o cuatro distintas subiendo y bajando en autobús. Recuerdo que alargaron mucho el decírmelo por la llamada y yo ya creía que no me había cogido y no me lo podía ni creer. Me puse a llorar y llamé a mi madre, a mi padre, a mi abuela… De hecho, tengo una foto sentada en el patio de butacas y llorando, hablando con toda la gente y llorando; fue un momento muy especial.
-La verdad es que es una gran hazaña y muy valiente montar tu compañía.
Terminamos y dos compañeras hablamos con un director y otro actor; éramos cuatro y empezamos a trabajar con improvisaciones. Salió una obra y salió la compañía, pero a mí me tuvieron que sustituir.
-¿Algún sueño para este 2014?
Trabajar, que para cómo están las cosas ya es bastante.
-¿Qué nos puedes contar de tus aficiones?
Toco la guitarra desde que era pequeña, me gusta mucho escribir, cantar, andar, caminar, buscar atardeceres y fotos de atardeceres. Me gusta mucho hacer fotografías y dibujar a mi manera… Soy muy inquieta en realidad, siempre estoy con la mente a mil revoluciones y, además, me encanta cocinar.
-¿Y sobre tus referentes musicales?
Me gustan muchos tipos de música diferentes; me gusta Sabina desde pequeña, Dulce Pontes, Concha Buika… En mi iPhone puedes encontrar de todo: música electrónica, Luz Casal o hasta Camilo Sesto… Me gusta que me sorprendan y luego hay momentos de mi vida que me gusta escuchar algo en concreto, pero todo variado. Mientras me emocione, me haga sentir y me transporte… Yo soy mucho de letras, aparte de la música y la armonía; con eso soy muy exigente. De hecho, me gustan las voces personales: escuchar las que de pronto te tocan, que tienen algo muy personal, que escuches una vez y reconozcas a esa persona y no te suene a todo; con su sello.
-¿Qué canción le pondrías a la obra?
“Rufino” o “Loca” de Luz Casal.
-¿Cómo recuerdas tu paso por la gran “Tierra de Lobos”?
Muy divertido; fue un personaje muy rico y un regalo, con una gran evolución y grandes historias. El final no estamos nadie de acuerdo, pero siempre digo que, en ficción, fue la historia de amor más bonita que he vivido y Adriana es maravillosa; me la quedo de amiga toda la vida. Con una serie tan cuidada y con un gran equipo, cómo no iba a salir tan bien.
-¿Qué es lo que más valoras y detestas en una persona?
Valoro la humildad y la sinceridad y no puedo soportar la arrogancia, la hipocresía y las mentiras.
-¿Hay algo que hayamos olvidado preguntarte o quieras destacar?
En catorce minutos hacemos un viaje muy emocionante; pasamos por muchos estados de ánimo. Es muy interesante ver cómo está planteada la obra y quien venga se va a sorprender y se va a llevar un bonito recuerdo.
-¿Tienes algún proyecto entre manos?
El estreno del corto y nuevos proyectos por confirmar, con ganas de hacer muchas cosas.
Recomendaciones:
Libro: “El poeta” de Pablo Neruda.
Película: “Agosto”.
Obra de teatro: “Yerma”.
Canción: “Lágrimas” de Dulce Pontes.
Esther Soledad Esteban Castillo, Madrid





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