ENTREVISTA CON… JUAN CAVESTANY
Entrevistamos a Juan Cavestany, director de la revolucionaria y fantástica Gente en sitios: una película rodada casi de forma “amateur”, cámara en mano, que reúne a más de ochenta actores para retratar, a base de fogonazos, la España más actual. Situaciones reconocibles, otras inquietantemente cercanas y un lenguaje que se sale por completo de lo habitual en cartelera. Una propuesta viva, sorprendente y muy libre.
— ¿Cómo nació Gente en sitios?
Hace un par de años me dispuse a hacer una película con amigos en los ratos que podíamos: fue Dispongo de barcos. Era un guion que escribí sin medios, de forma precaria. Después hice El señor, pequeña y con un solo actor, y este año me puse con Gente en sitios. Es la tercera que realizo con la misma forma de trabajo. Quería colaborar con mucha gente, contar cosas, estar en muchos lugares con gente muy distinta, y que la película estuviese muy viva. También es una reflexión sobre el momento fragmentado en el que vivimos: nada tiene continuidad, todo empieza y acaba rápido, hay flashes e intermitencias.
— Una forma de entender la vida… Una unión de distintas situaciones.
No sé si las películas tienen que reflejar la vida; quizá es un objetivo muy elevado. Esta película, desde lo muy pequeño, sugiere cosas y temas muy grandes.
— Y más en estos tiempos: creatividad para contar y luchar contra el contexto, además de dialogar con las anteriores.
Sí. Algo que he aprendido en estas tres películas —tópico pero cierto— es que unas condiciones muy limitadas de trabajo pueden convertirse en un lugar donde hacer cosas interesantes y a mi manera. Ahí encontré salida.
— Vemos escenas y personajes sin unión aparente.
Son escenas aparentemente fragmentadas, sin un hilo de conexión evidente. Creo que hay hilos ocultos o sugeridos: en algunos casos son claros (por ejemplo, un personaje que fotografía a distintos personajes). Siempre dije a los actores que no es una película de sketches: las tramas no continúan de una escena a otra, cambian, y el “misterio” se descubre viéndola con calma. Es una película actoral, hecha por mí junto a muchos actores, muy abierta, divertida, loca, sorprendente y estimulante.
— Varias películas en una y con muchos elementos.
Sí: hay muchos estilos. Recorre la comedia, el terror, el realismo total, el teatro… de todo.
— ¿Tuviste algún referente? Es un filme muy original.
No. Es un formato que se me ocurrió y seguramente se haya hecho antes —todo está inventado—, pero no pensé en nada en particular.
— ¿Referentes tuyos, entonces?
Quizá literarios: autores que trabajaron el formato corto o el relato, como Tolstói o Kafka. Colecciones que alternan formas muy largas con otras fragmentadas.
— ¿Cómo reuniste a tantos actores?
Pidiéndoselo de buenas maneras. Si pides las cosas con transparencia y sin pretenciosidad, la gente te escucha. Les contaba la escena que quería rodar y me amoldaba a su agenda y disponibilidad. Lo puse muy fácil.
— ¿Tenías claros los nombres?
No del todo. Iba llamando según me apetecía y podían. A veces escribía pensando en alguien, pero mucho fue sobre la marcha: rodaba y ya iba pensando en la siguiente escena, hacía la llamada y adelante.
— Todo vivo.
Todo vivo y sobre la marcha. La película se escribió, se rodó y se montó a la vez. Tardé seis meses en total: un resumen bastante fiel de lo que es la peli.
— Un método poco habitual, lejos de los tiempos estándar de producción.
Esto fue decidirlo y ponerse. Producto de unas limitaciones “X” que te dan posibilidades “Z”. No tienes unas cosas, pero sí otras.
— Una idea útil para estos tiempos, como el auge del crowdfunding.
Es una forma más. En cine hay infinitas combinaciones para financiar y crear un proyecto. No hay “grandes” y “pequeñas” películas; hay proyectos distintos. Este es uno.
— ¿Tienes una secuencia favorita?
Todas aportan algo. Siempre les decía: nadie es protagonista ni secundario; todos son importantes. Tengo muchas escenas favoritas: unas relajan, otras hacen reír, unas son más suaves, otras más duras o inquietantes; algunas con más texto. Cada una cumple su función.
— Con tanta variedad, cada espectador encontrará lo que necesite.
Es posible.
— ¿Pensaste en un público específico?
Lo he pensado toda la vida y no lo sé. ¿Quién es el público? Hacer esa elucubración es como intentar averiguar “cómo es la gente”, y no se sabe. El público es inteligente, tiene información y estímulos. No puedes venderle algo con cálculo; mejor desentenderse por respeto. Hay quien sabe hacerlo; yo aquí no lo intenté.
— ¿El mayor desafío y el mayor placer?
Van juntos. El mayor desafío fue que resultaba muy placentera, y el mayor placer, que era un desafío. Proponer un experimento a los actores y que se dejaran llevar, investigar… eso fue un gusto. Y, en lo práctico, el desafío es vivir y sobrevivir en el contexto actual: pagar el piso, comer… Hacer una película dentro de eso también lo es.
— Decías que no es una película “sobre” la crisis, sino “desde” la crisis.
Sí. Es un testimonio de mi momento: ideas y vivencias en la España de ahora. La crisis es una de sus caras, pero hay muchas más. Creo que vivimos en un sistema —más allá del bache coyuntural— injusto y descuadrado, que obliga a la lucha y dificulta la realización personal. Un sistema en crisis que no vale.
— ¿Algo más por destacar?
Es una película sorpresiva. Hay que ir a verla para dejarse sorprender y buscar esa sorpresa.
Esther Soledad Esteban Castillo, Madrid
