ENTREVISTA CON… MARIO CASAS
Mario Casas se ha consolidado como uno de los actores más reconocidos y versátiles del panorama cinematográfico español. Con una carrera que ha ido madurando paso a paso, el intérprete gallego demuestra en cada proyecto que su talento va mucho más allá de su atractivo físico. En esta ocasión, nos concede una entrevista con motivo de su papel en Ismael, donde da vida a Félix, un personaje cargado de matices que se enfrenta a su pasado y a un inesperado presente. La película, dirigida por Marcelo Piñeyro, se perfila como una de las más emotivas de la temporada navideña.
-¿Qué cosas negativas y positivas nos puedes contar de Ismael?
Negativas, ninguna. Hemos coincidido un gran equipo. Marcelo es un gran director que te va guiando y crea una energía positiva. Interpretar y contar esta historia era mágico. Larsson tiene mucha luz y magia, y nos inyectaba energía. Había un ambiente muy bueno siempre, nunca hubo un problema.
-¿Qué ha sido más complicado para ti: la relación padre e hijo, madre e hijo, con tus alumnos o tu ex-pareja?
La más complicada ha sido la relación con Belén. Es una relación más honda, de hace muchos años, con muchos conflictos, que hay que crear pensando en lo que ocurrió ocho años antes para saber de qué hablábamos realmente. Fueron muchos ensayos e improvisaciones, y lógicamente en el rodaje eso tuvo sus frutos. Estábamos cargados y emocionalmente sabíamos qué había ocurrido años atrás para llegar al presente.
Luego, con el niño muy bien. Larsson es un niño mágico y yo no podía acercarme demasiado a él. Con su energía y su forma de hablar, tenía ganas de abrazarle y protegerle, pero no podía ser. Tenía que hacer un trabajo de distancia con la mirada y con el sentimiento. Eso se ensayó y al final fue muy bien. Cuando empezamos el rodaje sabíamos cómo funcionaba todo.
Con los alumnos, nada. Muchos no eran actores y lo hicieron muy bien. Les dieron la oportunidad de meterme caña en la primera escena. Me fui días antes a escuelas con chicos con problemas. Me contaban cosas y, sinceramente, las profesoras son heroínas y héroes. Tienen una psicología y una forma de tratarlos impresionante. A mí me pusieron la cabeza como un bombo, y ellas les escuchaban en cuanto empezaban a hablar.
-¿No tenías miedo?
Tenía miedo con Marcelo de que quedara un personaje opaco, sin vida y sin aristas, un tipo amargado y ya. Podía haber sido así, pero queríamos que tuviese fuerza, energía y luz. Al final es vivir la historia, entender y sentir lo que realmente le puede estar pasando y escuchar a quienes tienes enfrente: al niño, a Belén… y disfrutar.
Tal vez esta historia la hemos visto antes en un tipo de treinta y tantos, pero no en alguien más joven e inocente. Para Félix, es su siguiente paso para ser un hombre: coger las riendas de su vida y ser más responsable. Para mí ha sido muy interesante trabajar este personaje; ha sido el que más cosas me ha hecho plantearme y el que más preguntas me ha dejado: si realmente decimos todo lo bueno y lo malo a la gente que queremos. Es un personaje muy interesante.
-Cuando te llegó el guion, algo te chocaría que te ofrecieran este personaje y te llevaría a recurrir a elementos quizá no tan habituales en tu trabajo. Aquí tenías recursos diferentes, ¿cuántas dudas tuviste antes de aceptar?
Yo lo acepté desde el primer momento en que leí el guion. Me encantó y dije que tenía que hacerlo sí o sí. El primer planteamiento lógico fue si iba a dar el pego como padre, y fue lo primero que le dije a Marcelo. Él me preguntó por mi edad y si veía algún problema en que el personaje hubiera tenido un hijo joven. Lo tenía muy claro desde el principio y me dio una tranquilidad enorme.
Hay películas muy estudiadas para un público concreto, como Tengo ganas de ti o A tres metros sobre el cielo. Son productos diseñados para un público que exige ciertas cosas: un cuerpo, un rebelde en moto… personajes que hemos visto siempre, desde James Dean hasta Marlon Brando. Tenía 23 años cuando hice aquellas películas; ahora, con 28, me dan otras oportunidades.
Con 23 no hubiese tenido la capacidad; necesitas vivir y aprender para tener una “recámara” emocional de la que tirar. Pero si se hiciera una tercera parte de A tres metros…, la haría sin dudar. No hay problema en hacer cine para distintos públicos; son películas necesarias, igual que las estadounidenses que consumimos. También cometo errores y necesito retos. Ismael ha salido bien, y quién sabe si con la siguiente meteré la pata.
-Marcelo dice que la única película que vio de ti fue Grupo 7…
A lo mejor, si hubiese visto las otras, no me habría elegido… (ríe). Hay que ver de todo. A mí el cine comercial me gusta mucho, y en general me gusta ver todo tipo de cine. En verano tengo Palmeras en la nieve, que quizá sea más comercial, una historia de amor más adulta pero que quizá tenga ese tono.
-¿Qué esperas del futuro? ¿Dejarás un poco de lado la televisión?
Para mí, la televisión va antes que el cine. Salí de ahí, y me dieron la oportunidad de hacer cine gracias a la televisión. En Estados Unidos, grandes actores de cine hacen televisión, y aquí también. Antes me llamaban “actor televisivo” y no me importa, me encanta. Si hay un buen proyecto, me meto de cabeza.
Me gustaría hacer una miniserie; me atrae mucho. Series como El tiempo entre costuras tienen gran calidad y mucho arco, porque pasan años. Me encantaría.
-A raíz de este cambio de registro y evolución, se han creado los Premios Feroz y estás nominado por dos películas, ¿cómo lo recibes?
Me parece bien que la crítica reconozca el trabajo. Tal vez siempre se me ha encasillado, pero aunque soy joven y necesito seguir demostrando, es bonito que te halaguen y te den la oportunidad. Me hace feliz por la gente de la película y el equipo con el que trabajas. El cine es trabajo en equipo de cientos de personas.
-Estás en un momento de ganarte el respeto, como le pasó a Belén cuando pasó de la televisión al cine.
Belén: Los prejuicios no son buenos porque no te dejan ver con claridad. Si te ponen una etiqueta, significa que evolucionas y los prejuicios se irán.
Mario: A Belén la he visto muchas veces dramáticamente, y si tienes un poco de ojo, hace lo que quiere.
Esther Soledad Esteban Castillo, Madrid


