Entrevista a Belén Rueda por “Ismael”

ENTREVISTA CON… BELÉN RUEDA

Belén Rueda es una de las actrices más queridas y reconocidas del cine español. Su carisma, talento y versatilidad la han convertido en una de las grandes musas de nuestra cinematografía. Tras su paso por películas tan intensas como Séptimo o El cuerpo, se sumerge en la tierna y emotiva historia de Ismael, donde interpreta a Nora, una abuela que se convierte en el pilar fundamental para que su hijo Félix y su nieto Ismael puedan reencontrarse. Con su característico sentido del humor y cercanía, Belén nos habla de su experiencia en el rodaje y de los matices que construyen a su personaje.

-Abuela por sorpresa… Siendo madre, ¿es más fácil afrontar esta situación y un papel así?

Para nuestra profesión es muy importante observar, siempre observar. No lo haces conscientemente, pero sí de forma inconsciente. El hecho de ser madre te da un recorrido en relación con personas que dependen de ti, algo que no tienes si no eres madre. Pero también hay actrices que no lo son y lo hacen muy bien. Al igual que para interpretar a un asesino o a un ladrón no hace falta serlo.

En España tenemos la suerte de que la gente es muy generosa. Si tienes que ponerte en una situación que no has vivido, las personas comparten contigo sus experiencias y te abren su corazón. Esto es lo que también se busca en una película como esta: contar lo más profundo de nosotros, sin exteriorizarlo en exceso, pero transmitiéndolo con verdad. El personaje de Nora sabe que está donde no quiere estar, y usa el humor o la ironía para que nadie se meta en su vida. Sin embargo, cuenta más en lo que calla que en lo que dice. Eso es gracias a unos ensayos previos muy trabajados.

A Mario apenas lo conocía, solo habíamos coincidido en El Barco, y logramos crear una relación de madre e hijo creíble. Durante los ensayos, Mario y yo discutíamos como dos personas que se han querido mucho y necesitan tener la última palabra. En la película, eso se refleja en pequeños gestos, como una escena en la que voy a darle dos besos y me deja en el aire. Como Belén, quizá le habría estampado, pero Nora se contiene porque siente culpa. Esos matices enriquecen mucho la interpretación.

-¿Algo divertido del rodaje?

Larsson, que interpreta a Ismael, es un niño muy listo y tierno. Tiene la virtud de no ser repelente pero sí muy inteligente. Un día imitó el tono del director de producción y todos reaccionamos como si fueran instrucciones reales, lo que no hizo mucha gracia al técnico implicado. Con Sergi López también hubo momentos divertidos; en una escena le vacié la copa entera y, aunque lo rodamos, Marcelo la eliminó porque quedaba muy borde, pero nos reímos mucho.

-¿Cuál sería tu escena favorita?

Es difícil elegir, porque la película está construida en secuencias de dos personajes, y todas son importantes. Pero recuerdo especialmente la última escena que rodamos Mario y yo, en comisaría. Estaba escrita de una manera, pero decidimos ensayarla por nuestra cuenta e improvisar. El resultado le gustó tanto a Marcelo que lo mantuvo. Esa escena pasó de ser un final de comedia pura a tener un toque de drama, lo que la hizo más rica y realista.

-Aunque la película muestra una gran química entre los personajes, ¿ha habido algún consejo o enseñanza especial que os hayáis transmitido entre madre y abuela?

En las improvisaciones, yo intentaba desviar la discusión a otros temas y Mario se mantenía firme en el suyo. Eso me enfadaba mucho, y él lo hacía precisamente para que me enfadara más. Era como un pulso interpretativo, uno como madre que quiere conciliar y el otro como hijo que quiere ganar la discusión. Al final, esas vivencias personales se filtran en la interpretación.

-¿Tienes miedo de que ahora te encasillen en papeles de abuela?

No me importaría si son personajes interesantes y con cosas que contar. En España hay prejuicios sobre las mujeres a partir de los cuarenta, pero hay historias de mujeres de esa edad que pueden interesar a cualquier público. Nora es un personaje maravilloso: directa, sincera y con una humanidad que se revela poco a poco. Dice lo que piensa, aunque no siempre sea lo más políticamente correcto, y eso la hace real y cercana.

Esther Soledad Esteban Castillo, Madrid

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