ENTREVISTA A ORIOL PAULO
-La secuencia del baño y la carta, ¿tenía un objetivo cómico, está hecho aposta?
Oriol: Obviamente es un pequeño momento de humor negro. Una de las cosas que esconde la película es este humor, y que se nota más en segundos y terceros visionados, pero es una parte importante.
-¿Qué hay de Los ojos de Julia en esta película?
Oriol: Pues si te digo la verdad, hay muy poco. Las primeras versiones de guion estaban ya cuando yo estaba escribiendo Los ojos de Julia o cuando se estaba rodando. Lo que hice después de Los ojos de Julia, cuando ya me manifestaron el interés por hacer la película, fue empezar a trabajar más el guion, pero ya con una cosa más armada y construida.
Creo que Los ojos de Julia es una película que mira más al terror desde el giallo italiano, una película de mucho más sangre y cuchillo —entre comillas y en el buen sentido de la palabra, porque son películas que a mí me encantan y no lo digo en plan peyorativo—, mientras que El cuerpo se mueve más en la psicología, con cuatro personajes que nos muestran su psicología y cómo la utilizan para atacar o defenderse. El terror es más de apunte, no es un terror físico. Creo que Belén siempre sufre, siempre está llorando, y a mí me apetecía mucho, desde el guion del personaje, plantearle: “Mira, tú siempre sufres; pues aquí tú eres la que vas a hacer sufrir, y habrá un motivo detrás.” Belén esconde una gran debilidad que es la que la hace ser como es.
-¿Cómo te has sentido en esta primera experiencia de dirección y, aunque esta película mezcla muchos géneros, qué otro género te gustaría tratar de nuevo?
Oriol: Me he sentido bien y cómodo. Lo he asumido con mucha naturalidad. Es verdad que el día que me dicen que se va a hacer me acuerdo que me senté en una terraza en Barcelona, en la plaza de la Virreina, y pensé en todo lo que me iba a pasar si emprendía el viaje, entre otras cosas, estar aquí hablando con vosotros.
Es un proceso muy largo, y una vez que lo asumes vas a muerte con ello. Una de las diferencias con escribir es que, cuando escribes, observas lo que te rodea, te lo llevas dentro e intentas escribirlo; y cuando estás dirigiendo, todo lo que te has llevado dentro lo tienes que sacar y comunicar a un equipo de más de cien personas. Más te vale conectar mucho con el material para poderlo comunicar.
Sobre el género, ahora mismo estoy coqueteando con una historia que, aunque es muy pronto, ya veremos; se va más al melodrama de ciencia ficción, y me apetece mucho.
-¿Siempre tuviste claro que querías ese final, o probaste otro diferente?
Oriol: Para nada. Es lo que antes comentaba: el inicio y el desenlace siempre han sido los mismos. Es decir, el esqueleto de la película y lo que sustenta la trama no lo puedes poner en cuarentena, porque si no, entonces no tienes película y estás jugando a otro juego.
Esto nunca se ha cuestionado. Sí se ha cuestionado qué objeto te puede conducir a viajar y a tener un flashback; ahí sí hemos tenido un debate, pero nunca hemos cambiado ni la estructura ni lo que nos disponíamos a contar. Sobre todo a nivel de diálogo, sí hemos hecho un trabajo muy bestia, pero siempre quién era quién en esta película ha estado claro.
-Belén estaba ya embarcada en este proyecto casi desde Los ojos de Julia, pero, ¿lo estaban en tu mente José Coronado, Aura Garrido y Hugo Silva?
Oriol: Todos son primeras opciones, lo cual, para un director nobel y debutante, es un honor, y lo digo con toda la humildad del mundo, aunque sea típico y tópico. Es mucha suerte que lean tu guion y te digan que sí.
El casting lo considero como un efecto dominó. Está Belén, que es una mujer fuerte, dominante, poderosa… entonces necesito un talón de Aquiles que no pueda controlar ni el paso del tiempo ni el amor. Tenía que encontrarle un marido más joven, por el que sienta debilidad y pueda perder el control, y así es como llego a Hugo Silva.
Por contraposición a esta relación, llego a Aura porque necesito a alguien para la vida de Hugo que, de una manera, sea lo que él ha perdido en años de matrimonio con su mujer; y ahí entramos en el mundo de Aura.
José es un caso aparte, ya que soy muy fan suyo desde hace mucho tiempo, desde La caja 507. Cuando entró en el proyecto sonaba Santos Trinidad y No habrá paz para los malvados, ya que todavía no se había estrenado la película. Yo buscaba en él verdad desde el minuto uno: un policía que, cuando apareciese en pantalla, me hiciese creer que ese señor es policía, y además que impusiera mucha autoridad. El personaje de Hugo se mueve en la mentira desde que aparece en pantalla prácticamente; cuánta más autoridad, mejor, porque se lo iba a poner más difícil.
-Al conocer el guion y la historia, ¿qué personaje fue más difícil de llevar al cine y qué momentos?
Oriol: La verdad es que todos son muy complejos y complicados, y sobre todo más de lo que vemos: lo difícil era lo que no vemos de ellos, pero sabemos que está.
Ahí hicimos un trabajo estratosférico. El momento más difícil es cuando se disparan los aspersores de la morgue, y era jodida y compleja porque íbamos a mojar todo el decorado y a destrozarlo. La teníamos que poner al final del rodaje.
Acabas en plató con la peor secuencia del mundo, y la lógica te dice que tienes que barrer todo lo que se te ha quedado. Cuando estás mojando el decorado es una locura. Además, había que tener cuidado con desaguar todo el agua que estábamos tirando para volver a empezar, y todo el mundo cubierto con chubasqueros… fue una locura.
-Me ha recordado mucho a las novelas de Agatha Christie y me ha venido a la mente Coronado como la señorita Fletcher. ¿Cuánto bebes de eso?
Oriol: Cuando estuve en el Festival de Londres lo dije: yo crecí leyendo a Agatha Christie y viendo a Hitchcock. Con catorce o quince años me había leído todas sus novelas. Forma parte de mí, aunque no soy consciente de haberlo aplicado, pero seguramente estén presentes las referencias.
Esther Soledad Esteban Castillo


